La máscara robada (fragmento)Wilkie Collins
La máscara robada (fragmento)

"A unas tres millas de Tidbury-on-the-Marsh se encuentra un pueblo llamado Little London, en algunas ocasiones denominado popularmente «El final del infierno» en referencia a los personajes que lo frecuentan. Es una colección ruinosa y sucia de algunas docenas de casitas de campo y una taberna. Sus habitantes son hombres despiadados, mujeres miserables y niños groseros. Actualmente, se supone que el principal sostén de esta amable población proviene de su relación con la caza furtiva y con los pequeños hurtos en su tierra. En pocas palabras, Little London parece malo, huele mal y es malo de verdad, y no se encuentra en toda Inglaterra un pueblo que sea una mancha más asquerosa en medio de un paisaje circundante más hermoso.
Nuestro asunto principal está en la taberna. Su cartel reza «Jolly Ploughboys», de la que Judith Grimes, viuda, es la propietaria. Cuanto menos se diga de la personalidad de la señora Grimes, mejor; la descripción no se soportaría en estas páginas. La madre de la señora Grimes —quien ahora está a punto de cumplir los ochenta— también puede descartarse en un olvido misericordioso ya que, a la edad de su hija, era con bastante diferencia la peor de las dos, si eso es posible. Respecto a su hijo, Benjamin Grimes, como perteneciente al sexo fuerte, me siento menos inclinado a ser compasivo con él. Cuando afirmo que, se mire por donde se mire, era un ejemplo completo de sinvergüenza pueblerino, puedo parecer culpable de calumnias de acuerdo con nuestra ley, pero no hago más que decir una gran verdad.
Conocen bien a esta clase de hombres. Con bastante frecuencia han visto al tipo de rostro cetrino, cejas pobladas, corpulento y enorme, ganduleando por las esquinas del pueblo con una pajita en la boca y una cachiporra en la mano. Quizá le han preguntado una dirección y les ha contestado con un gruñido y una petición de dinero, o han oído hablar de él a propósito de un cobarde ataque a un policía rural, o sobre una pelea sanguinaria con el guarda forestal de un amigo de ustedes, o sobre un caso espinoso para su otro amigo, el magistrado, en los tribunales de primera instancia. Cualquiera que haya estado alguna vez en el campo conoce a este hombre, la plaga imposible de erradicar de todo su vecindario, tan bien como yo lo conozco. "



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