Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta (fragmento) "Demasiado político para preguntarme el objeto de mi paseo, se apresuró a prevenir mi curiosidad refiriéndome cómo había venido a establecerse en un rancho perdido en medio de las selvas. Habiendo heredado, hacía algunos meses apenas, un territorio de muchas leguas cuadradas, el señor Collantes, inspirado repentinamente, había tomado la resolución, bien extraña a los ojos de sus amigos, de ir a cultivar una parte de su vasto dominio. Eligiendo cerca del camino de Minca, una cañada abundantemente regada y desprovista de grandes árboles, hizo poner fuego por muchos puntos a la vez, y el incendio propagándose con rapidez en los altos matorrales, formó bien pronto un extenso claro en el cual se veían esparcidos algunos troncos ennegrecidos. Dos o tres días bastaron para que el rancho se levantara en medio de las cenizas; la hamaca fue suspendida en él; y Collantes se instaló allí como en un trono. Sin variar su posición horizontal, vigilaba con un solo golpe de vista los trabajos agrícolas e indicaba con un gesto en qué parte de la cañada o de las colinas inmediatas debía sembrarse el tabaco, plantar las plataneras o las cañas de azúcar. Comía con sus peones, bebía con ellos el jengibre o el café y jamás dejaba, aun antes de lo fuerte del calor, de llamarlos para la gran siesta. Cada tres o cuatro días, un peón iba a la ciudad a buscar los periódicos, las cartas y las provisiones; una vez por semana, recibía la visita de algún amigo o extranjero que iba a Minca. Verdadero filósofo el anciano, no pedía más para ser dichoso. " epdlp.com |