Juno y Ganimedes (fragmento)Christoph Martin Wieland
Juno y Ganimedes (fragmento)

"Y ella le daban al retrato
Toda la poesía de la vida.
«Por todo ello, Madame, parece claro
Que esta falsa vergüenza, cortedad,
Y» añade, «si se quiere, hasta virtud
De la primera juventud no puesta a prueba
Privó de su poder a mil encantos;
Sólo el estímulo, las artimañas
Y un trato complaciente han de vencerla.
Por mucho que el orgullo se resista,
Vos misma habéis de dar el primer paso». —
«¿El primer paso, yo? ¡Puede esperar sentado,
Que por nada del mundo lo he de dar!»
«Madame, Madame, ¿qué reparos son ésos?
¿Es que por aferraros a un prejuicio
Vais a aguardar a lo que deje Ceres?
Seguro que —» «¡Está bien! No se hable más,
¡Ya te dije que tengo que vengarme!
El muchacho es muy digno de un desliz,
Mas no seré yo sola quien se ocupe;
Tendrás que preparármelo un poquito».
La doncella, como es de suponer,
Asume de buen grado esta misión;
Y así esa misma noche, diligente,
La lleva a cabo sin mayor tardanza.
Una floresta de jazmín y mirto,
No lejos de la sede de los dioses,
Le sirve de lugar de iniciación.
Si brillaba la luna, poco importa;
Baste con que el ingenio de la moza
Se impuso, para gusto de ambas partes,
Sobre la cortedad de Ganimedes. "



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