La casa del viento (fragmento)Alexandre Dumas (hijo)
La casa del viento (fragmento)

"M. Barthelemy es muy caritativo; todo el mundo lo adora y lo respeta; él ha enseñado a nuestros campesinos una multitud de cosas útiles y desconocidas; él los cura gratuitamente cuando están enfermos, y les da lecciones a sus hijos. Su modestia y su sencillez son enormes, aunque también son algo afectadas. Es un hombre robusto y hermoso que tendrá hasta unos treinta y seis años de edad y que aunque, según creo, no posee una gran fortuna, tampoco debe tener gran necesidad de trabajar para vivir, ya que ni siquiera vende los frutos de su huerto. Todo lo que no le es estrictamente necesario, se lo da a los pobres.
Su presencia no nos fastidia, pero nos incomoda: nunca nos ha hecho la menor observación, mas, a pesar nuestro, cuando estamos a su lado dejamos de hacer lo que nos da la gana. Él no bebe sino agua pura teñida con algunas gotas de vino, no come sino un plato, no fuma nunca y no caza en ninguna época del año, porque, según su expresión, "no le gusta matar". No vaya usted a creer por eso que es un hombre triste: sus carcajadas son tan sonoras como frecuentes y cuando se encuentra entre los niños, que son sus amigos favoritos, se pone tan alegre que cualquiera lo tomaría a él mismo por un niño.
Él lo sabe todo, o, por lo menos, parece no ignorar nada ya que nunca deja de responder con verdadera convicción a las preguntas que se le dirigen; pero yo que sé muy poco no podré decir a Usted, si todas sus respuestas son exactas. Es doctor, firma sus recetas y recibe una multitud de publicaciones médicas; cuando va de paseo, nunca deja de llevar un libro entre las manos, mas no siempre lo abre, sin duda porque las cosas y los hombres son para él más instructivas que las páginas impresas. Yo lo he visto, sin que él me viera a mí, sentado a la orilla del mar, con la frente apoyada en la palma de la diestra y mirando, durante tanto tiempo y con tal fijeza, el horizonte, que parecía querer hacer, con la mirada, un agujero en el azul. Eso nos hacía decir, al principio, que contaba las olas del mar.
Su mujer es preciosa y, según creemos todos, lo quiere apasionadamente. A veces ella está rosada como las flores y a veces pálida y transparente como la cera, pero su carácter es más bien alegre que triste. Poca gente va a visitarlos aunque las puertas de su casa siempre se abren para dejar el paso libre a todo el que quiere entrar. Mr. Barthelemy es hospitalario como un escocés de comedia, y si usted quiere verlo, no tenemos más que presentarnos para ser recibidos como viejos amigos.
En efecto, parece que ese hombre hubiese venido al mundo conociendo a todos sus semejantes, pues cuando se encuentra por primera vez con alguien, siempre sabe hablarle de lo que le interesa, sin preliminares convencionales. Al principio quisimos hacerlo alcalde, pero él no aceptó nuestro ofrecimiento; luego le ofrecimos un sillón de Consejero General, pero tampoco lo quiso, y por último una credencial de diputado (todo el distrito habría votado por él), pero también la rehusó. "



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