Los insurgentes (fragmento)Juan Antonio Mateos
Los insurgentes (fragmento)

"Cuautla de Amilpas es una de las ciudades más encantadoras de la Tierra Caliente.
Parece una gaviota posándose en un nido de hojas y de flores, mitigando el fuego del sol sobre aquella frescura, y durmiendo la siesta a la orilla de las cascadas y bajo el cielo purísimo donde irradia la luz con visos deslumbradores.
El viento posa sus alas en los bosques de platanares y de naranjos, que sacuden su esencia en aquella atmósfera impregnada de perfume.
En aquella zona abrasante todo es languidez: las mariposas apenas levantan el vuelo, y permanecen soñolientas sobre los pétalos de las flores, los pájaros que han saludado con sus cantos la venida del sol, se ocultan en las ramas de los árboles buscando la sombra y el beso del aire que apenas estremece las hojas en una pausada convulsión.
El aleteo de los insectos se oye por intervalos, penetrante y sonoro como la repercusión de la platina.
En esas horas en que la atmósfera parece de plomo, y la naturaleza enmudece como si se sintiera agobiada por el calor latente de la zona, el hombre no se percibe sino por el movimiento de las hamacas que se columpian suavemente, como las telas de los insectos en los troncos de los rosales.
Las casas son unos nidos, enmedio de aquella profusión riquísima de árboles y de flores.
Allí las noches son encantadoras: cuando el sol se oculta comienza la vida, el aire está tibio, y libre de los vapores, comienza a sacudir sus alas, y a recorrer los campos, y a despertar las rosas desmayadas, y a estremecer los árboles, y a verter el aroma que yace guardado en el cáliz de las azucenas.
En aquel paraíso todo respira melancolía y amor; el alma sale del abismo y se asoma a los ojos para ver el cielo.
¡El cielo! allí las estrellas toman una dimensión asombrosa, y parecen multiplicarse en una lluvia de oro que no llega a caer sobre la tierra.
Las exhalaciones son continuas y atraviesan el cielo en todas direcciones, como luceros desprendidos que caen en el abismo del espacio.
¡El espíritu de Dios está sobre el firmamento en la plenitud magnífica de su majestad! "



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