El león de Comarre (fragmento)Arthur C. Clarke
El león de Comarre (fragmento)

"Sabía que ya no quedaban en el mundo animales realmente peligrosos. La Gran Reserva era algo así como una mezcla entre un extenso laboratorio biológico y un parque nacional visitado anualmente por miles de personas. Se daba por garantizado que si uno no molestaba a los habitantes salvajes de la reserva, éstos tampoco le molestarían a uno. Y, en términos generales, el acuerdo funcionaba perfectamente.
Ciertamente el animal parecía ansioso por mostrarse amistoso. Una vez que estuvo al lado de Peyton comenzó a rozarse cariñosamente contra el costado del viajero, como si fuese un gran gato manso. Cuando Peyton se puso en pie de nuevo, el león pareció interesarse grandemente por las latas vacías que habían contenido la comida. Y le miró con una expresión de petición irresistible.
Peyton se sonrió para sí, abrió una nueva lata de comida y, cuidadosamente, puso su contenido sobre una piedra plana que había en las proximidades. El león saboreó la comida con satisfacción. Mientras el animal comía, Peyton hojeó el índice de la guía oficial que sus desconocidos amigos habían puesto a su disposición dando muestras, con ello, de la atención que habían puesto en la planificación minuciosa de su viaje. Había varias páginas que trataban de leones, con fotografías para que pudieran ser identificados por los visitantes extraterrestres. Un milenio de crianza científica había mejorado muchísimo al Rey de las Fieras. En el último siglo apenas si una docena de personas habían sido devoradas por los leones: en diez de los casos, la encuesta llevada a cabo por las autoridades competentes había liberado a los animales de toda culpa y, en los otros dos casos, su culpabilidad «no pudo ser probada».
Pero el libro no decía nada sobre leones cuya compañía no se deseaba ni de los medios a emplear para librarse de ellos. Y tampoco decía que estos animales fuesen, normalmente, tan amistosos como este caso en particular.
Peyton no era un hombre especialmente observador y, tal vez por eso, tardó bastante tiempo en darse cuenta de la pulsera metálica que rodeaba la mano derecha del león. Llevaba una serie de letras, seguidas del sello oficial de la Reserva. "



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