El hombre rebelde (fragmento)Albert Camus
El hombre rebelde (fragmento)

"Hacia 1820 existe todavía la virtud entre los primeros revolucionarios rusos, los decembristas. El idealismo jacobino no ha sido corregido todavía en esos caballeros. Y hasta se trata de una virtud consciente. "Nuestros padres eran sibaritas; nosotros somos Catones", dice uno de ellos, Pedro Viasemsky. Se le agrega únicamente el sentimiento, que se volverá a encontrar hasta en Bakunin y los socialistas revolucionarios de 1905, de que el sufrimiento es regenerador. Los decembristas hacen pensar en esos nobles franceses que se aliaron con el tercer estado y renunciaron a sus privilegios. Patricios idealistas, tuvieron su noche del 4 de agosto y para liberar al pueblo decidieron sacrificarse a sí mismos. Aunque su jefe, Pestel, tiene un pensamiento político y social, su conspiración fracasada no cuenta con un programa firme; ni siquiera es seguro que hayan creído en el triunfo. "Sí, moriremos -decía uno de ellos en vísperas de la insurrección-, pero será una hermosa muerte". Fue, en efecto, una hermosa muerte. En diciembre de 1825 el cuadro de los insurgentes fue destruido a cañonazos en la plaza del Senado, en San Petersburgo. Los sobrevivientes fueron deportados, no sin que antes se ahorcara a cinco de ellos, pero con tanta torpeza que hubo que repetir la operación. Se comprende sin dificultad que estas víctimas, ostensiblemente ineficaces, fueron veneradas con un sentimiento de exaltación y de horror por toda la Rusia revolucionaria. Eran ejemplares, si no eficaces. Marchaban, al comienzo de esta historia revolucionaria, los derechos y la grandeza de lo que Hegel llamaba irónicamente la bella alma, con respecto a la cual deberá definirse, sin embargo, el pensamiento revolucionario. "


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