La hija del clérigo (fragmento) "La señorita Hare, que se fue del pueblo la noche del 21 de agosto, sigue desaparecida y todos los intentos de dar con ella han fracasado. [En caracteres destacados.] Rumores sin confirmar afirman que se la vio hace poco acompañada de un hombre en un hotel de mala reputación de Viena. Los lectores del Pippin’s Weekly recordarán que la fuga tuvo lugar en circunstancias dramáticas. Poco antes de la medianoche del 21 de agosto, la señora Evelina Semprill, una viuda que vive en la casa contigua a la del señor Warburton, se asomó por casualidad a la ventana de su dormitorio y vio al señor Warburton conversando junto a la puerta del jardín con una joven. Hacía una noche despejada y la señora Semprill pudo reconocer en la joven a la señorita Hare, la hija del rector. La pareja se quedó varios minutos en la puerta y, según la señora Semprill, antes de entrar se besaron de forma apasionada. Una media hora más tarde volvieron a aparecer en el coche del señor Warburton, que estaba aparcado junto a la puerta principal y desaparecieron en dirección a la carretera de Ipswich. La señorita Hare iba escasamente vestida y al parecer se encontraba bajo los efectos del alcohol. Se ha sabido ahora que, desde hace un tiempo, la señorita Hare acostumbraba a hacer visitas clandestinas a casa del señor Warburton. La señora Semprill, a quien ha sido muy difícil convencer de que hablara de este asunto tan doloroso, ha revelado también que… Dorothy arrugó violentamente el Pippin’s Weekly, lo arrojó al fuego y volcó sin querer la lata de agua. Se levantó una nube de ceniza y humo sulfuroso, y, casi al mismo tiempo, Dorothy volvió a coger el periódico antes de que se quemara. ¿Qué ganaría con amilanarse? Más le valía saber lo peor. Siguió leyendo con horrible fascinación. No era una historia muy reconfortante, y menos tratándose de ella misma, pero ya no tenía ninguna duda de que la joven sobre la que estaba leyendo era ella. Observó la fotografía, era borrosa y vaga, pero inconfundible. Además, no le hacía falta ninguna fotografía para acordarse. Lo recordaba todo, hasta la última circunstancia de su vida, hasta aquella noche en que había vuelto tan cansada de casa del señor Warburton y, supuestamente, se había quedado dormida en el invernadero. Lo recordaba con tanta claridad que le parecía increíble haberlo olvidado. Ese día no desayunó, ni preparó la comida, pero llegado el momento la fuerza de la costumbre la empujó a ir a los campos de lúpulo con los demás braceros. Con dificultad, pues ahora estaba sola, colocó la pesada saca en su sitio, tiró de la rama más cercana y empezó a recoger. Pero a los pocos minutos reparó en que le resultaba imposible; incluso la labor mecánica de recolectar lúpulo la superaba. Aquella horrible y falsa historia del Pippin’s Weekly la había desanimado tanto que le resultaba imposible concentrarse en ninguna otra cosa. No podía dejar de dar vueltas a esas frases rijosas: «se besaron de forma apasionada», «escasamente vestida», «bajo los efectos del alcohol», y cada vez que una de ellas acudía a su memoria sentía una punzada que casi le producía un dolor físico y le entraban ganas de echarse a llorar. Al cabo de un rato dejó de hacer como si recolectara, apoyó la rama sobre la saca y se sentó junto a uno de los puntales que sostenían los alambres. Los demás braceros la vieron tan apenada que se compadecieron. Ellen estaba un poco alicaída, decían. ¿Cómo iba a estar si habían detenido a su hombre? (Por supuesto, todos los del campamento daban por sentado que Nobby era el amante de Dorothy.) Le aconsejaron que volviera a la granja y dijese que estaba enferma. A eso de las doce, cuando estaba a punto de llegar el medidor, todos los del grupo echaron una brazada de conos en su saca. Cuando llegó el medidor encontró a Dorothy todavía sentada en el suelo. A pesar de la suciedad y de tener la piel tan curtida estaba muy pálida; su rostro estaba demacrado y parecía mayor. Su saca estaba a veinte metros detrás de los demás y dentro no habría ni una fanega y media de lúpulo. " epdlp.com |