Eszter Solymosi de Tiszaeszlár (fragmento)Gyula Krudy
Eszter Solymosi de Tiszaeszlár (fragmento)

"El viajero de Tiszaeszlár, vestido con un desgastado abrigo de olor a cárcel, que acababa de bajarse del tren de Miskolc en la estación del barrio de Józsefváros y que recorrió con la vista a los mozos, estaba igualmente predestinado a que, al día siguiente, todos los periódicos del mundo publicasen la noticia de su prodigiosa liberación de la cárcel, el fin de su “cautiverio de Babilonia”. El viajero matutino no precisaba de mozos, pues allí estaba su mujer, una señora judía vestida de campesina joven, que cargaba con el baúl del señor Scharf, un hombre de aspecto respetable y robusto. A su lado tenía a su hijo adolescente de cara rechoncha y con sombrero de paja, que no dejaba de admirar lo que pasaba a su alrededor, y tomaba a los mozos de gorra roja por “viejos soldados”; con su sombrero de paja devolvía el saludo a los amistosos mozos, que trataban a toda costa de ayudar a “Lencsi” a llevar el baúl. Pero “Lencsi” no se dejaba.

El texto de los Diez Mandamientos recién descubiertos no se diferenciaba mucho de los Diez Mandamientos de Moisés antes conocidos. Esos en realidad no los había cumplido nadie: probablemente los Diez Mandamientos nuevos tampoco ejercerían un impacto muy grande en el mundo, ni siquiera si el anticuario recibía los diez millones de libras que había solicitado al museo inglés.

El viajero de Tiszaeszlár también habría pasado inadvertido entre aquella muchedumbre que desde el origen del mundo solía viajar en el tren de Miskolc a la capital, si un caballero entusiasmado, ruidoso y de rostro redondo no hubiera saludado alegre con la mano al conserje de Tiszaeszlár, que miraba alrededor perplejo.
[...]
En Pest reinó durante casi diez días un estado de sitio, y al parecer el coronel Garibányi, que dirigía diariamente, delante del Teatro Nacional, al ejército movilizado, esperaba en vano poder retirarse con sus tropas al cuartel.
Eso fue lo que causaron los Scharf con su llegada desde Miskolc a Pest y con la inscripción de su nombre en la lista de forasteros de El cisne blanco, que en su día se publicó incluso en los periódicos: “József Scharf y su familia, de Tiszaeszlár”.
Los siguientes apuntes tratarán de relatar la historia de aquello que llevó a las cuatrocientas mil personas de la capital a perder la cabeza de esa manera, al enterarse de la llegada de los Scharf. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com