Los indeseables de Poker Flat (fragmento)Bret Harte
Los indeseables de Poker Flat (fragmento)

"Después, cuando se alejaba la escolta, los sentimientos comprimidos se exhalaron en algunas lágrimas históricas por parte de la Duquesa, en injurias por la de la madre Shipton y en blasfemias que, como flechas envenenadas, lanzaba el tío Billy. Sólo el filosófico Oakhurst permanecía silencioso. Oyó tranquilamente los deseos de, la madre Shipton de sacar el corazón a alguien, las repetidas afirmaciones de la Duquesa de que se moriría en el camino, y también las alarmantes blasfemias que al tío Billy parecían arrancarle las sacudidas de su cabalgadura. Con la franca galantería de, los de su clase, insistió en trocar su propio caballo llamado El Cinco, por la mala mula que montaba la Duquesa; pero ni aun esta acción despertó simpatía alguna entre, los de la partida. La joven arregló sus ajadas plumas con cansada coquetería; la madre Shipton miró de reojo con malevolencia a la posesora de El Cinco, y el tío Billy incluyó a la partida toda en un anatema general.
El camino de Sandy-Bar, campamento que en razón de no haber experimentado aún la regeneradora influencia de Poker Flat, parecía ofrecer algún aliciente a los emigrantes, iba por encima de una escarpada cadena de montañas, y ofrecía a los viajeros una larga jornada. En aquella avanzada estación, la partida pronto salió de las regiones húmedas y templadas de las colinas, al aire seco, frío y vigoroso de las sierras. La senda era estrecha y dificultosa; hacia el mediodía, la Duquesa dejándose caer de la silla de su caballo al suelo, manifestó su resolución de no continuar adelante, y la partida hizo alto.
El lugar era singularmente salvaje é, imponente. Un anfiteatro poblado de bosque, cerrado en tres de sus lados por rocas cortadas a pico en el desnudo granito, se inclinaba suavemente sobre la cresta de otro precipicio que dominaba el valle. Era sin duda el punto más a propósito para un campamento, si hubiera sido prudente el acampar. Pero Mr. Oakhurst sabía que apenas habían hecho la mitad del viaje, a Sandy-Bar, y la partida no estaba equipada ni provista para detenerse. Lacónicamente hizo observar esta circunstancia a sus compañeros, acompañándola de un comentario filosófico sobre la locura de tirar las cartas antes de acabar el juego. Pero estaban provistos de licores, que en esta contingencia suplieron la comida y todo lo que les faltaba. A pesar de su —protesta no tardaron en caer bajo la influencia de la bebida en mayor ó menor grado.
El tío Billy pasó rápidamente del estado belicoso al de estupor; aletargóse la Duquesa y la madre Shipton se echó a roncar. Sólo Mr. Oakhurst permaneció en pie, apoyado contra una roca, contemplándolos tranquilamente.
Mr. Oakhurst no bebía; esto hubiera perjudicado a una profesión que requiere calculo, impasibilidad y sangre fría; en fin, para valernos de su propia frase, no «podía permitirse este lujo» Mientras contemplaba a sus compañeros de destierro, el aislamiento nacido de su oficio, de las costumbres de su vida y de sus mismos vicios le oprimió profundamente por vez primera. Apresuróse a quitar el polvo de su traje negro, a lavarse las manos y cara y a practicar otros actos característicos de sus hábitos de extremada limpieza, y por un momento olvidó su situación. Ni por una vez sola se le ocurrió la idea de, abandonar a sus compañeros, más débiles y dignos de lastima; pero, sin embargo, echaba de menos aquella excitación que, extraño es decirlo, era el mayor factor de la tranquila impasibilidad por la cual era conocido. Contemplaba las tristes murallas que se elevaban a mil pies de altura, cortadas a pico, por encima de los pinos que lo rodeaban; el cielo cubierto de amenazadoras nubes, y más abajo el valle que se hundía ya en la sombra, cuando oyó de repente que lo llamaban por su propio nombre. "



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