Bestias, hombres y dioses (fragmento)Ferdynand Ossendowski
Bestias, hombres y dioses (fragmento)

"Después de atravesar el pantano distinguimos frente a nosotros, a lo lejos, un gran monasterio. Aunque estaba apartado un kilómetro de la ruta que seguíamos, los Gorokoff nos dijeron que iban a ir a él para hacer algunas compras en los bazares chinos. Se alejaron rápidamente, prometiendo no tardar en alcanzarnos; pero no les vimos más por algún tiempo. Desaparecieron sin dejar rastro, y cuando les volvimos a encontrar en nuestro camino, más tarde, fue en circunstancias que resultaron fatales para ellos. Por nuestra parte nos alegramos mucho de que nos hubieran dejado tan pronto, y en cuanto se fueron participé a mi camarada los informes que acerca de ellos me había dado Bobroff el día antes.
La tarde siguiente llegamos a Jatyl, pequeña colonia rusa formada por diez casas espaciadas en el valle del Eingol o Yaga, que recibe sus aguas del Kosogol, a un kilómetro arriba del pueblo. El Kosogol es un enorme lago alpino, frío y profundo, de ciento treinta y cinco kilómetros de largo y de dieciséis a cuarenta y cinco de ancho. En la orilla occidental habitan los soyotos de los Darjat, que le llaman Hubsugul, el nombre Kosogol es mongol. Estos dos pueblos le consideran como un lago sagrado y terrible. Fácil es comprender el motivo de ello: el lago está situado en una región de actividad volcánica; en verano, los días soleados y tranquilos, las aguas se levantan en formidables olas peligrosas no sólo para las barcas de los pescadores del país, sino también para los grandes vapores rusos que transportan viajeros de una orilla a otra. En invierno la costra de hielo se rompe a veces de extremo a extremo y salen densas nubes de vapor. Es indudable que el fondo del lago está agujereado de modo esporádico por manantiales de agua caliente o quizá por corrientes de lava. La existencia de estas convulsiones subterráneas está demostrada, además, por la masa de peces muertos que a veces tapa, en sitios menos profundos, el río donde se vierten las aguas del lago. El lago Kosogol es extraordinariamente rico en pesca, sobre todo en variedades de truchas y salmones. Es famoso, principalmente, por su maravilloso pez blanco, que se expendía antes a toda Siberia e incluso a Manchuria, hasta Mukden. La carne es gorda y sumamente tierna. Produce también exquisito caviar. Hay en el lago otra variedad, el jayrus blanco, especie de trucha que en la época de la emigración, contra la costumbre de la mayoría de los peces, desciende la corriente hasta el Yaga y llena a veces el río de orilla a orilla, viéndose la superficie del agua cuajada de millares de lomos plateados de peces. Sin embargo, no se pesca, porque está infestada de gusanos y no sirve para la alimentación. Los mismos gatos y perros se niegan a tocarla. Este interesante fenómeno era estudiado por el profesor Dorogostaisky, de la Universidad de Irkutsk, cuando la llegada de los bolcheviques interrumpió sus trabajos.
En Jatyl reinaba el pánico. El destacamento ruso del coronel Kazagrandi, después de derrotar a los rojos en dos combates y de iniciar con éxito su marcha contra Irkutsk, quedó de repente reducido a la impotencia y dividido en varios fragmentos por las discordias interiores entre los oficiales. Los bolcheviques se aprovecharon de la situación, reforzaron sus tropas y con un millar de hombres emprendieron un movimiento ofensivo a fin de reconquistar lo que habían perdido, mientras que los restos del destacamento Kazagrandi se batían en retirada sobre Jatyl, donde su jefe estaba resuelto a oponer a los rojos una resistencia desesperada. Los habitantes cargaban en carros sus ajuares y sus familias huían de la población, dejando los ganados a quienes quisieran cogerlos. Un grupo tenía el proyecto de esconderse a alguna distancia en un frondoso bosque y en los barrancos, mientras que otro se dirigía a Muren Kure y Uliassutai. Al día siguiente de nuestra llegada, el gobernador mongol tuvo la noticia de que los rojos habían rebasado el flanco de la columna Kazagrandi y que se acercaban a Jatyl. El gobernador cargó todos sus documentos y sus criados en once camellos y abandonó su yamen. Nuestros guías mongoles, sin avisarnos, se escaparon con él y se nos llevaron todos los camellos. Nuestra situación no podía ser más grave. Nos apresuramos a visitar a los colonos que aún no se habían ido, a fin de comprarles camellos; pero, en previsión de trastornos, los tenían hacía ya tiempo lejos de allí, en poder de mongoles leales, y no pudieron servirnos. "



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