Gargantúa y Pantagruel (fragmento)François Rabelais
Gargantúa y Pantagruel (fragmento)

"Iba pues arrastrado, con el culo en el suelo, por la potranca que multiplicaba su coceo contra él y huía despavorida por los setos, los fosos y los zarzales. Le chafó la cabeza, hasta el extremo que el cerebro saltó junto a la cruz donde se canta el Hosanna; luego los brazos en piezas, uno aquí y otro allá, las piernas igualmente y finalmente hizo una carnicería del vientre de modo que, al llegar al convento, la potranca sólo llevaba el pie derecho y la sandalia arrollada.
(...)
- ¿Cómo será -observó Gargantúa- que el hermano Jean pueda tener tan hermosa nariz?
- Porque así lo quiso Dios -repuso Grandgousier-; que El, en su divino arbitrio, nos modela como los alfareros sus vasijas.
- Y como el monje Jean -añadió Ponócrates- fue el primero en acudir al mercado de las narices, adquirió las más bellas y grandes.
- Seguid si queréis -adujo Jean-, pero, según la verdadera filosofía monástica, habéis de saber que lo que decís se debe a que mi nodriza tenía las tetas blandas y, hundiéndose en ellas mi nariz como en manteca, fueron creciendo a su sabor, como crece la pasta con la levadura. Las nodrizas de pechos duros hacen chatos a los chiquillos."



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