Viaje con Clara por Alemania (fragmento)Fernando Aramburu
Viaje con Clara por Alemania (fragmento)

"Tras la ridícula situación en que la había puesto su sobrina, la pobre ¿qué juicio iba a emitir? Estoy seguro de que, por escapar del trance, hasta le habría parecido bien que yo hubiese cubierto el techo del cuarto de baño con hojas de periódico. Por suerte su mala vista le impidió percatarse de que en varios lugares las tiras de papel no casaban con la debida perfección. Seamos sensatos. ¿En qué cabeza cabe que se puedan esperar resultados óptimos si uno trabaja bajo los efectos psicológicos originados por la observación de un número inusual de entrepiernas femeninas? Quizá la vieja albergase en el interior de su menudo cuerpo unos miligramos de comprensión para aceptar la excusa; Clara, en cambio, allí presente, no. Conque opté por callarme, resignado a que la una repitiera la misma crítica negativa que días antes la otra. Clara le explicaba el mal estado en que habíamos encontrado el anterior papel. La tía, que escuchaba con gestos de asentimiento, miraba hacia arriba sin ver, y espero que también sin oler, ya que un rato antes, yo… (pero de esto no voy a escribir, pues noto que me salgo del tema). En una palabra, no tuve necesidad de justificar mis fallos. La superficie, la nube, la mancha blanca que tía Hildegard debía de columbrar por encima de su cabeza la dejó tan contenta que, una hora después, continuaba aprovechando los remansos de la conversación para volver a asegurar que empapelo y pinto mejor que los profesionales. Los cuales, según dijo, escriben facturas abusivas, jamás cumplen los plazos convenidos y siempre dejan a su marcha un rastro de suciedad. Necesitaría un día entero para contar los desaguisados que habían cometido algunos obreros manuales en sus casas de alquiler y en su piso de Cuxhaven. Clara terció irónica, señalándome con la punta de la barbilla: «Pues ya sabes. Cuando tengas un arreglo pendiente, llama a este». "


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