Cape Cod (fragmento)Henry David Thoreau
Cape Cod (fragmento)

"Estando yo allí se alzó el grito de «otro cardumen», y vimos sus negros lomos y sus soplidos a eso de una milla hacia el norte mientras se desplazaban saltando sobre el mar como caballos. Ya había algunas embarcaciones que los perseguían, conduciéndolos hacia la playa. Otros pescadores y muchachos que acudieron corriendo empezaron a saltar a los botes y a empujarlos para sacarlos de donde yo me encontraba, y de haber querido, pude haberme unido a ellos. No tardó en haber veinticinco o treinta botes en la persecución, algunos grandes a vela y otros en los que se remaba vigorosamente, manteniéndose fuera del cardumen, con los más cercanos a los peces golpeando el costado de la embarcación y soplando cornetas para guiarlos hacia la playa. La carrera resultaba excitante. Si consiguen conducirlos a la playa, cada embarcación recibe su parte y luego cada hombre la suya, pero si se ven forzados a atacarlos lejos de la costa, cada tripulación obtiene lo que puede. Caminé rápidamente por la orilla hacia el norte, mientras los pescadores remaban aún a más velocidad para unirse a sus compañeros y un chiquillo que iba a mi lado se felicitaba porque el bote de su padre estaba superando a otro. Un viejo pescador ciego preguntó: «¿Dónde están? No los veo. ¿Los han conseguido?». Entre tanto, los peces habían girado y escapaban hacia el norte en la dirección de Provincetown, viéndose ocasionalmente el lomo de alguno. De modo que las tripulaciones más próximas se vieron obligadas a ir a por ellos, y vimos varias embarcaciones acercarse velozmente, cada una a su pez, el cual, cuatro o cinco varas por delante, la conducía como en una carrera de caballos directamente hacia la playa, saltando con medio cuerpo fuera del agua, soplando sangre y agua de su herida y dejando detrás un surco de espuma. Pero arribaron a la costa demasiado al norte para nosotros, aunque sí vimos a los pescadores saltar y lancearlos en la playa. Fue como las escenas de pesca de ballenas que yo había visto, y un pescador me dijo que era casi igualmente peligroso. En su primera ocasión había estado muy excitado, y en su apresuramiento había utilizado una lanza con la vaina puesta, pero no obstante la había hundido en el cuerpo del pez. "


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