Notable en armonía (fragmento)Jorge Ferrer Vidal
Notable en armonía (fragmento)

"Al recuperar la consciencia, levantó la cabeza y se vio rodeado de oscuridad. Era ya noche. Las sombras habían caído solapadamente mientras él habitaba las aguas y el estanque estaba vacío. Las barquitas que había distinguido al llegar, los flotadores impulsados por pedales de bicicleta cuya inarmónica conformación le había sorprendido cuando descansaba de su jadeo apoyado contra la balaustrada del lago, estaban amarrados en los embarcaderos, horros ya de gente. A su alrededor, en la noche, tampoco distinguió a nadie. Los niños, los viejos y los sorches con sus novias que horas antes jugaban, paseaban y tomaban el sol, habían sido devorados por las sombras. Filomeno experimentó unos deseos enormes de extraer su violín del estuche, colocárselo entre la barbilla y el hombro, tomar el arco con la mano derecha y hacerlo descansar —sólo descansar— sobre las cuerdas. Estaba seguro de que el maridaje cuerdas-arco iba a producir la apoteosis de la armonía. No obstante, aquella vez la urgencia que Filomeno sentía de que su violín y su arco creasen música nueva, independiente del arte del ser que los sostenía entre sus manos, resultaba de tal intensidad que el hombre se detuvo unos momentos, aprensivo y atemorizado, antes de abrir el estuche y extraer el instrumento. De pronto, se sintió invadido por un impulso irresistible. Con el violín en la mano y aún con su trotecillo cochinero, se aproximó a uno de los embarcaderos, desató uno de los botes a remo allá anclados y saltó a su interior. La barca osciló bajo el peso de Filomeno y se bandeó sobre las aguas. Filomeno rió en voz alta. Era, en efecto, aquello lo que le pedía su violín: tocar sobre las aguas, solas consigo mismo, interpretar su mejor música para deleite propio, alcanzar la culminación de su arte sin testigos humanos, porque en todos los aspectos de la vida del hombre, los grandes sentimientos, las geniales intuiciones, las expresividades más rotundas de los distintos artes y de la realidad, se producían sin testigos, en soledad ante sí mismos, por la razón, posiblemente, de evitar el peligro de que en caso de manifestarse ante el hombre, la bestia humana rompiese en carcajadas con su habitual incomprensión. Filomeno tomó los remos y dirigió el bote al centro del estanque. "


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