Treinta y cinco mujeres (fragmento) "Hannah camina despacio. Por la calle despoblada va contando su parte de la propina. Se detiene. Cuenta las monedas. Sigue, cada vez más despacio. Va contando. Se le cae una moneda. Ahoga una maldición. Se quita los anteojos y busca. Se acuclilla y busca minuciosamente, tentando el suelo. Respira con agoniosa dificultad. Murmura sin tregua: -Maldita sea, maldita sea. No encuentra nada. Con exasperada paciencia, apoyando las palmas de las manos en el suelo, casi a gatas, cierra los ojos dándose tiempo para no estallar. El rostro se le tuerce como caricatura. Con tono de ovación dice en voz baja: -¡Maldita sea! Se alza, se aleja con pesados pasos. Parece un gancho, o una percha de la que cuelga la arrugada bata. Entra en el estrecho departamento, donde todo es polvoso y gris y todo está en desorden. No hay ventanas, el departamento está en tinieblas, Hannah viene encendiendo y apagando focos, según avanza. Un rabioso cansancio de vivir, una despectiva indiferencia por los trebejos y trapos y cacharros que todo lo invaden. En la recámara está un hombre inválido en su silla de ruedas. Gesto imbécil, baba continua. Hannah cuenta sus ingresos de hoy. Los mete en un cajón vacío, que cierra con llave. Luego frota con un trapo cogido al azar, una camisa, la cara y la ropa del marido, empapadas de babas; lo hace rudamente y bota la camisa. Hannah calienta un potaje de garbanzos y alubias en la pequeñísima estufa de petróleo. Se lo embute a cucharadas en la boca al paralítico. Lo soporta empujándolo hacia el excusado. Le baja los pantalones y lo limpia y encaja el trapo en una cubeta que revienta de ropa sucia. Lo lleva a la silla. Se sienta y devora en la oscuridad el potaje. Bebe un vaso de agua. Deja todo sobre la mesa y sale a la calle empujando la silla de ruedas. Viene por la calle con pasos muy pesados. Estatuas de Lenin por acá y por allá y por allá. Calles solas. Llega a un raído jardín. Se va a sentar en una banca. Hipa el paralítico. -Cállate -dice Hannah. Comienza a lloviznar. Una llovizna muy fina, y se levantan aires helados. -Maldita sea -dice Hannah. " epdlp.com |