El notario de Chantilly (fragmento)Léon Gozlan
El notario de Chantilly (fragmento)

"El pierrot colocado a espaldas de Leónida sacó del bolsillo un diminuto cortaplumas, lo abrió y acercó su afilada hoja, al cordón que sujetaba la mascarilla de Leónida. El rostro de ésta hubiese quedado al descubierto, si un brazo, el de Eduardo, no hubiera agarrado por la muñeca al que se disponía a utilizar el cortaplumas y obligándole, por medio de un movimiento enérgico de torsión, a soltar la pequeña arma, que cayó dentro de la manga de su levita.
Nadie se enteró del incidente. El pierrot, ardiendo en ira, se revolvió furioso... para encontrarse con la descomunal nariz de un polichinela monstruoso. No encontrando salida la rabia que rugía en el pecho del barón de Haut-Lieu, se tradujo en gestos descompuestos que los concurrentes interpretaron por el lado cómico. Furioso el barón, sacó a viva fuerza a la baronesa, del círculo que la encerraba, echó una capa sobre sus hombros y salieron los dos del salón, jurando, amenazando y llorando. Un coche tirado por cuatro caballos botaba sobre el empedrado de las calles de Senlis cuando aun duraban las risotadas de los concurrentes al baile de la Subprefectura.
Este último episodio hizo sudar de impaciencia a Eduardo. Se estremecía de terror al pensar en la posibilidad de que cayese el antifaz de Leónida y todo el mundo reconociese en la mujer que a tantas otras acababa de inmolar en público a la esposa de Mauricio, el depositario de los secretos de toda la población y a la que había conducido él. Empezaba a perder su firmeza. Se le ocurrió sacar a Leónida a viva fuerza del baile, pero reflexionó, y de la reflexión sacó el convencimiento de que las únicas personas cuya simpatía se había conquistado aquélla, con sus malicias se opondrían a su salida. "



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