El tiro de gracia (fragmento) "Al igual que un nadador agotado de cansancio, se vio hundir a dos brazadas de la orilla, en el momento en que quizá yo hubiese empezado a amarla. Aunque la hubiera poseído entonces habría llorado horrorizada por no haberme sabido esperar. Padeció todos los tormentos propios de las mujeres adúlteras castigadas con dulzura y su desesperación aún se acrecentaba en los escasos momentos lúcidos en que Sophie recordaba que, después de todo, no tenía por qué guardarme su cuerpo. Y, no obstante, la cólera, la repugnancia, la ternura, la ironía, un vago anhelo por mi parte y por la suya un odio naciente, todos aquellos sentimientos contrarios, nos unían uno al otro como a dos amantes o a dos bailarines. Ese lazo tan deseado existía verdaderamente entre ambos y el mayor suplicio de mi Sophie consistió seguramente en sentirlo a un mismo tiempo tan sofocante y tan impalpable. Una noche (ya que, finalmente, casi todos los recuerdos que conservo de Sophie son nocturnos, salvo el último, que tiene el color macilento del alba), una noche, pues, de bombardeo aéreo, advertí que se recortaba un cuadrado de luz en el balcón de Sophie. Los ataques aéreos, hasta el momento, habían sido muy escasos en nuestra guerra de pájaros de ciénaga; por primera vez en Kratovicé, la muerte nos caía del cielo. Parecía inadmisible que Sophie quisiera atraer el peligro, no sólo sobre ella misma, sino sobre los suyos y sobre todos nosotros. Su cuarto estaba en el segundo piso del ala derecha; la puerta estaba cerrada pero no con cerrojo. Sophie permanecía sentada ante su mesa dentro del círculo de luz proyectado por una lámpara grande de petróleo colgada del techo. El ventanal abierto enmarcaba el claro paisaje de la noche helada. Los esfuerzos que tuve que hacer para cerrar los postigos hinchados por las recientes lluvias otoñales me recordaron las ventanas atrancadas a toda prisa, en las noches de tormenta, en los hoteles de ciertas estaciones de montaña, cuando era niño. " epdlp.com |