Historia de la Filosofía en España (fragmento)Mario Méndez Bejarano
Historia de la Filosofía en España (fragmento)

"El deseo de averiguar si se hallaba complicado en aquellos sucesos el Arzobispo de Toledo Fray Bartolomé Carranza, contra el cual habían depuesto Cazalla y otros procesados, que habían tenido confidencias con el Arzobispo, movió a la Inquisición a dilatar la sentencia de los demás protestantes, que no fueron ejecutados hasta el auto de fe de 8 de Octubre de 1539.
Por consecuencia de este segundo auto, fueron quemados vivos Don Carlos de Seso y Juan Sánchez; agarrotados otros diez reos, hombres y mujeres, entre ellos Pedro de Cazalla y Fray Domingo de Rojas; quemada en estatua Juana Sánchez, que se había suicidado en la prisión, y castigados con otras penas varios delincuentes.
Como se ve, los protestantes castellanos ofrecen escaso interés. No hubo entre ellos ningún teólogo eminente, ningún espíritu superior y ni siquiera brillaron por la entereza de su fe, pues la mayor parte abjuraron y murieron como cobardes. Hasta los que mostraron alguna serenidad en el último trance, no la afectaron, sino por amor propio, después de perder la esperanza de salvarse, no sin haber antes agotado todos los recursos, incluso la retractación.
Vengamos ahora a la limpia atmósfera del Mediodía, donde una raza tachada de indolente trabajaba con entusiasmo en el suelo y en el taller, en el arte y en la ciencia, sirviendo de broche a la conjunción de dos mundos.
Para comprender bien el carácter de los reformistas sevillanos, conviene trazar rápidamente el cuadro del medio local en que se desarrollaron los sucesos.
Sevilla, después de haber sido la corte turdetana, la ciudad querida de César, desde el tiempo de los visigodos venía siendo la capital intelectual de España. San Isidoro la había erigido en cabeza de la ciencia cristiana, y de la tradición de su enseñanza se nutrieron la cultura visigótica, la mozárabe y la hispano-latina del tiempo de la reconquista.
En el siglo XVI era la capital más populosa del continente europeo. Su privilegiado suelo le brindaba la riqueza de sus productos; su industria, floreciente sobre toda ponderación, llegó a contar 16.000 telares de seda que prestaban trabajo a 130.000 obreros. "



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