Empotrados (fragmento)Ian Watson
Empotrados (fragmento)

"Tenía el hábito de abrir de manera imperceptible sus ojos, mientras hablaba con alguien. Sus ojos parecían brillar con luz interior en su cara pálida. Pero se trataba de un truco mecánico más que de carisma auténtico.
Sciavoni cogió fuerzas, sacó pecho y dirigió a los asistentes unas palabras de bienvenida.
—Caballeros. Señoras también, me complace verles. En primer lugar, permítanme decirles que me siento muy complacido en darles la bienvenida al Estado de Nevada. Y a los Estados Unidos, para aquellos de ustedes que los visitan por vez primera.
Sciavoni sonrió mecánicamente a los rusos en sus pesados trajes de tweed, Tomaso Sciavoni, que había sido nombrado responsable del equipo de recepción, trabajaba para la NASA. La atención de Sole se desvió cuando el «director de orquesta» se puso a hablar de las instalaciones de comunicación y proceso de datos de que disponían en la pista de aterrizaje —al parecer instalaciones sin ubicación física, servomecanismos del vacío en el hombre—. A Sole, los gestos un tanto teatrales de Sciavoni y el brillo de sus ojos en algunos momentos le parecían faltos de objeto, al igual que todo aquel castillo de naipes levantado en el desierto. Por lo visto, el sitio tenía algo que ver con la Comisión de Energía Atómica, pero se había silenciado cuidadosamente todo rastro de función alternativa. En su mente se formó un fantástico cuadro de soldados con cascos blancos, patrullando en torno del desierto con gigantescos raspadores de goma, suprimiendo aquí una cara y allí un edificio, y en algún punto un avión a reacción; y hombres y máquinas en estado de alerta. ¿Temían que, cuando aterrizara el vehículo espacial, descendiera un gigantesco raspador del cielo y lo hiciese desaparecer?
Sciavoni hablaba de protocolo y personalidades, y menó la cabeza cuando le llegaron noticias a través de los auriculares. "



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