El Kalevala (fragmento) "Pronto llegó a la mansión de Pohjola, ante una empalizada de acero, una barrera forjada de hierro, que se hundía en la tierra a una profundidad de cien brazas, que se elevaba al cielo hasta una altura de mil brazas. Las estacas estaban formadas de largas serpientes, ensortijadas de negras culebras, entrelazadas de lagartos. Colgaban las monstruosas colas, se agitaban sin tregua las chatas cabezas, silbaban las híspidas lenguas. Las colas caían hacia dentro, las cabezas hacia fuera. Lemmikainen no se inquietó poco ni mucho ante tal obstáculo. Desenvainó su cuchillo, su cuchillo de terrible hoja, y comenzó a segar en el seto, hasta abrir una brecha en el cerco de hierro, en la empalizada de serpientes, entre seis postes, entre siete postes; después lanzó por ella su trineo y llegó a la puerta de Pohjola. Una serpiente estaba tendida en el umbral; era larga como una viga del techo, gruesa como un pilar de la puerta; tenía cien ojos y mil dientes; ojos grandes como cedazos, dientes largos como un mango de chuzo, como un mango de rastrillo; y lomos anchos como siete barcas. Lemmikainen se detuvo; no se atrevió a pasar sobre la serpiente de cien ojos, sobre el monstruo de mil lenguas. Entonces recordó las antiguas palabras, las misteriosas fórmulas que antaño había aprendido de su madre, que la que le amamantó a sus pechos le había enseñado. Y el jovial Lemmikainen, el hermoso Kaukomieli dijo: "Oh negro reptil de las profundidades de la tierra, larva teñida con los colores de la muerte, tú que llevas en tu piel los colores de los brezales y de la tierra desnuda, los colores todos del arco iris ¡apártate del camino del viajero, deja libre el paso al héroe, deja a Lemmikainen seguir su marcha hasta las bodas de Pohjola, hasta el festín de la inmensa muchedumbre!" Y a estas palabras la serpiente comenzó a desenrollar sus anillos, el monstruo de cien ojos, el gigantesco reptil, se deslizó fuera del umbral, dejando libre el paso al viajero, dejando a Lemmikainen continuar su camino hacia las bodas de Pohjola, hacia el misterioso festín de la inmensa muchedumbre. " epdlp.com |