Cartas de Francia e Italia (fragmento)Paul-Louis Courier
Cartas de Francia e Italia (fragmento)

"Mi compañero ha encontrado trabajo en los muelles del arsenal de Metz. Esta mañana partió y su ausencia, que no obstante no puede prolongarse en demasía, me concede la oportunidad de parapetarme en el claustro de mi soledad, como si de una carcasa especial se tratara. Lógicamente la propia tarea que yo he de realizar se resiente y es la única razón que me remuerde la conciencia en relación al quiebre de nuestra alianza. De hecho me he permitido realizar un meritorio estudio centrado en la desigualdad del hastiado estado de ánimo entre todos mis compañeros. Podría decir que me veo a mí mismo como una especie de Sócrates moderno que practicara el ejercicio de la paciencia frente a una esposa excesivamente gruñona y mordaz, práctica sin duda saludable, a pesar de que, como yo mismo creyera, tenía menos necesidad de ella que otras muchas personas de mi entorno. De todos modos mi ánimo se ha visto irremediablemente influenciado por la marcha de mi camarada y de ello se infiere la eminente necesidad de desarrollar unas cualidades inherentes que me permitan progresar aún más en mi relación con él. Busco en el anaquel, entre dos de mis libros, el volumen nº 8, una suerte de formato de cómodo libro de bolsillo en cartón verde que me sirve perfectamente de almanaque en la realidad. Uno de esos libros está lleno de grafías en griego y el otro en lengua latina. Creo recordar que se trata de un Demóstenes que logré adquirir por correo. Son libros bastante gruesos y he de admitir que están muy sucios.
Mis libros son el único motivo que me hace sonreír y el único solaz en medio de mi soledad. El tedio me invade cuando he de dejarlos y retomo su lectura con innegable placer. Siento predilección por aquéllos que he leído innumerables veces e incorporo en menor medida a mis lecturas nuevos aprendizajes. Sé que nunca tendré un profundo conocimiento de la historia, que requiere una serie de lecturas cuyo estipendio no comporta para mí una gran valía y sobre cuyo objeto no deseo extenderme, porque no lograría poner fin a mi relación si abordara el leitmotiv de mis estudios. Debo subrayar que soy plenamente consciente de que la privación no me place en absoluto. Supongo que me refiero a esa vida tranquila que pude compartir contigo. Ninguna de estas locas mujeres de Babil pueden compararse contigo. Puedo afirmarlo, dado que he podido llegar a conocerlas y nunca me he lamentado, en los momentos más álgidos, de añorar la sonrisa de mis padres, por servirme de la expresión del poeta. "



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