Los hombres lloran solos (fragmento)Josep María Gironella
Los hombres lloran solos (fragmento)

"Mientras Stalin era designado mariscal de la URSS y Chiang Kai-shek ascendía a presidente de la República Popular China, llegó, el 1 de noviembre de 1943, el previsto decreto de la disolución de la División Azul. Los que no quisieron regresar formaron la Legión Azul, aun a sabiendas de que perderían la nacionalidad española. Algunos de tales legionarios se pasaron a los rusos y un par de catalanes, enterados de dónde se encontraba la Pasionaria -en Ufa-, fueron allí y conectaron con Cosme Vila, Regina Suárez y el intelectual Ruano, a los que facilitaron informes de primera mano sobre el desmoronamiento progresivo del Eje. Cosme Vila, por primera vez en mucho tiempo, respiró con alivio, sobre todo porque su mujer, en vez de traer al mundo una hija, había abortado.
El día 8 de diciembre se celebró, como el año anterior, el Día de la Madre. El director de La Vanguardia escribió, con su típica prosa elíptica: "Tu esposa es como vid ubérrima en la recámara de tu casa. Tus hijos son como pimpollos de olivo en torno a tu mesa". Carmen Elgazu recibió, de parte de Ignacio y Pilar, una mantelería nueva y Jacinto y Clara obsequiaron a Esther con una sesión de polichinelas en un diminuto teatro que les había comprado Manolo. Los títeres se ponían de moda y los textos, si bien iban destinados a los pequeños, servían también para aderezarlos con alusiones a la situación mundial. Ni que decir tiene que José Luis no se perdía una sesión de las que se celebraban en público y que siempre terminaban con el apaleamiento del demonio. Esther se emocionó con sus hijos y se empeñó en conocer al autor del texto de la historieta, que resultó ser Ignacio. "¿Sabes que es un texto precioso? -le dijo Esther-. A lo mejor podrías escribir una novela..." Ignacio se rascó una ceja, en ademán peculiar. "A veces lo he pensado. Pero de momento, lo que me interesa es que escriba la suya Javier Ichaso, mientras yo me dedico a seguir los pasos de Manolo y a hacer feliz a Ana María".
De hecho, todas las madres de Gerona estuvieron de enhorabuena, incluida la Andaluza, quien recibió de sus pupilas, y del Afino de Jaén, un traje de lunares y un cartel de toros trucado -el librero Jaime cuidó de su impresión-, en el que aparecían como matadores Curro, Ortega y, en letras más grandes, el obispo, doctor Gregorio Lascasas.
Pero la nota culminante se produjo a raíz de la Navidad. Franco decretó un indulto para los penados a menos de veinte años y un día. El indulto afectó a unos seis mil reclusos -las cárceles estaban todavía llenas-, entre los que se contaba Alfonso Reyes, preso en el Valle de los Caídos.
La llegada de Alfonso Reyes a Gerona fue triunfal. El nombre Valle de los Caídos era algo mágico para quienes no habían estado allí. A esperarle a la estación fueron su hijo, Félix -al lado de Cefe, su maestro-, la Torre de Babel y Paz, Padrosa y Silvia. Por cierto, que el Día de la Madre Félix había dedicado a Silvia uno de sus cuadros preferidos: el mar repleto de bicicletas.
El abrazo de Alfonso Reyes y de su hijo, Félix, emocionó a todos. No lograban separarse. Ningún nubarrón en el horizonte, puesto que el aspecto de Alfonso Reyes era espléndido, como si llegara de un crucero por la Costa Brava. "



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