El Anticristo (fragmento)Joseph Roth
El Anticristo (fragmento)

"Se venera al constructor de las máquinas y a las máquinas; del mismo modo que los hijos de Israel veneraron a Aarón y, no obstante, bailaron en torno al becerro de oro que le habían visto fabricar con sus propias manos.
En efecto, si se enseña a la gente que Dios no existe, la gente se fabrica ídolos.
Es exactamente lo mismo que hace cinco mil años: cuando Moisés, que anunciaba al Dios de la zarza, desapareció por un período de cuarenta días en la cumbre del Sinaí, los hijos de Israel pidieron el becerro de oro.
Y si les quitan a san Elías, bailarán en torno al aparato de física.
Y si no marchan en procesión, bailarán alrededor del tractor.
Lejos de nosotros vilipendiar al tractor y alabar al buey.
Pues, según dijimos al principio, la maldición de Dios de trabajar la tierra con el sudor de nuestra frente se vio mitigada por la gracia de la razón que nos hizo inventar el tractor con el que labramos la tierra.
Sin embargo, tenemos tan pocos motivos para sentirnos orgullosos del tractor como de los bueyes. Quizá hubo un tiempo en que los necios rezaban al arado y a su inventor. El buey, el arado y el tractor nos los ha dado Dios. Sólo a Él debemos adorar.
Pero si se consideran méritos humanos sus dones y sus gracias, o peor aún, pruebas contrarias a su existencia, será porque lo manda el Anticristo.
El aparato de física con el que podemos imitar el trueno y el rayo es también un regalo de Dios, lo mismo que los truenos y los rayos auténticos. Pues Él nos ha dado la razón con la que hemos inventado el aparato.
El trueno y el rayo, la bendición de la lluvia y los cereales, los frutos en los árboles, el espanto del granizo, en una palabra, la vida y la muerte, nos los otorga ese poder a quien damos el nombre de «Señor».
Él nos da también la inteligencia para perfeccionar sus bendiciones y mitigar su maldición.
En vez de alabarle por ello creemos reconocer su inexistencia precisamente al ver los resultados de su gracia.
Nos parecemos, pues, a aquel mendigo y pedigüeño que recibió una vez de un rico una limosna que dio frutos más tarde e hizo rico al mendigo. Entonces, dijo éste: «El rico no me ha dado ninguna limosna. Yo solo me he hecho rico».
No conozco otra clase de ricos.
En este país se esfuerzan por restablecer la dignidad de todas las personas. En eso reconocí el dominio del Anticristo también en esta tierra donde se hacen esfuerzos por restablecer sin diferencias la dignidad de todos. "



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