Las cosas (fragmento)Georges Perec
Las cosas (fragmento)

"Era una nostalgia un tanto hipócrita: la guerra de Argelia había empezado con ellos y continuaba ante sus ojos. Apenas si les afectaba; actuaban a veces, pero raramente se sentían obligados a actuar. Durante mucho tiempo no pensaron que su vida, su porvenir, sus concepciones, pudieran un día ser trastornadas. Tiempo atrás esto había
sido parcialmente verdad: durante sus años de estudiantes habían participado, de una forma más espontánea, y a menudo casi entusiasta, en los meetings y manifestaciones callejeras que marcaron el comienzo de la guerra, los llamamientos de reservistas, y, sobre todo, el advenimiento del gaullismo. Una relación casi inmediata se establecía entonces entre estas acciones, por limitadas que fueran, y el objeto que pretendían. Y se les podría haber reprochado seriamente, en esta ocasión, que se equivocaron: la guerra continuó, se estableció el gaullismo, Jérôme y Sylvie abandonaron sus estudios. En los medios de la publicidad, generalmente situados, de una forma casi mitológica, a la izquierda, pero más fácilmente definibles por el tecnocratismo, por el culto de la eficiencia, de la modernidad, de la complejidad, por el gusto de la especulación prospectiva, la tendencia más bien demagógica a la sociología, y la opinión, todavía bastante difundida, de que nueve de cada diez personas son tontos capaces de cantar a coro las alabanzas de lo que sea o de quien sea, en estos medios de la publicidad, pues, era de buen tono despreciar toda política de corto alcance y no considerar la historia más que por siglos. Por otra parte, encontraron que, fuera lo que fuera, el gaullismo era una respuesta adecuada, infinitamente más dinámica de lo que al principio se había proclamado por todas partes que sería, y cuyo peligro estaba siempre en otro aspecto que en el que se creía verle.
La guerra continuaba, sin embargo, aunque no les parecía sino un episodio, un hecho casi secundario. Cierto que tenían mala conciencia. Pero, a fin de cuentas, ellos no se sentían ya responsables sino en la medida en que recordaban haberse creído afectados en tiempos, o bien porque se adherían, casi por costumbre, a imperativos morales de un alcance muy general. En esta indiferencia habrían podido medir la vanidad o, quizá incluso, la apatía, de muchos de sus entusiasmos. "



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