Las 622 caídas de Bungo o la mujer diabólica (fragmento)Stanislaw Ignacy Witkiewicz
Las 622 caídas de Bungo o la mujer diabólica (fragmento)

"Después de un momento se paró completamente sabedor de donde se hallaba, o de lo que realmente era, o de los arcanos de su vida, o de cualquier cosa que fuera posible. Había perdido todo sentimiento del espacio real y de la propia existencia. Le parecía que todo era un vacío irreal excepto los sonidos envolventes, y todo aquel ambiente en el que había germinado toda aquella fenomenología que apenas podía asirse en la forma del análisis definitorio propio de cualquier moda evanescente. Las combinaciones sonoras suscitaron en su conciencia el eco de un total e ineludible deslindamiento del mundo que había quedado postergado y reducido a sus elementos más simples y nimios y esta sensación la percibía como el rasgo característico del puro arte, la libertad de toda coloración decididamente emocional. Sólo fue capaz de experimentar esta sensación con la música y la pintura.
[...]
"Cierra la puerta," susurró Acne. Bungo apenas fue capaz de atender su solicitud. Era la primera vez que había sentido una lujuria tan espantosa. Y todo lo que había sucedido hasta entonces no tenía punto de comparación con aquel deseo aniquilante y enloquecedor que sentía en aquel momento. Regresó y cayó sobre ella con todo el peso de su cuerpo sintiendo la suavidad de aquel cuerpo inerte que se hallaba tendido hacia él víctima de una sensualidad desesperada, y sus labios se separaron por completo bajo el ansia devoradora de sus frenéticos besos.
"No con tanta brusquedad, levántate," susurró Acne y volviéndose de espaldas se levantó el vestido. Lo que Bungo vio frente a él semejaba un sueño, dos infernales y níveos hemisferios que le hicieron perder totalmente la conciencia, el desenfrenado placer sensual que manaba de aquella carne fresca. Acne giró su cabeza y por primera vez pudo contemplarla a través de la nebulosa de sus ojos ahítos de pasión y se apercibió de que la faz de la mujer adoptaba la expresión de total satisfacción y de una cierta tendencia a la sumisión incondicional, y en su mente se dibujó la certeza de que aquella era la gratitud propia de un animal. Se sentó a su lado y Acne tomó su mano y la besó con el mayor respeto y agradecimiento. "



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