Matalaché (fragmento) "En la cómoda fue descubriendo María Luz más objetos sagrados, que iban revelando claramente, como el cáliz y el misal, que aquel lugar no había sido sólo para oración, sino también para la celebración de la misa evitándole así a sus fundadores el trabajo de las salidas mañaneras o el desagrado de ir a las iglesias a confundirse con la plebe maloliente y pañosa. De aquel mueble iban saliendo las vestiduras que otrora vistiese el sacerdote oficiante: un ornamento de glasé, vicio y raído, con todos sus adminículos, cribado impíamente por la polilla y con un tufo tan desagradable que María Luz, asqueada y sin reparo, lo tiró tan lejos como pudo; otro, de espolín de plata, nuevo, con su casulla, su estola, su cíngulo, su manipulo y su bolsa de corporales, todo ello impregnado rabiosamente de espliego y alcanfor. Y en los otros cajones, los paramentos de altar, un bonete, pringoso por fuera y forrado por dentro, cirios descomunales y amarillentos, como tibias de cementerio; manojos de flores artificiales, descoloridas y mustias, como vieja carne virgen, y un incensario de plata, con los bordes ennegrecidos por el fuego, como las pipas culotadas de los hombres de mar. Y por ahí, olvidada, apenas visible, una campanilla de bronce de esas de ayudar a misa, harta, seguramente, de sombra y de silencio. " epdlp.com |