La vida exagerada de Martín Romaña (fragmento)Alfredo Bryce Echenique
La vida exagerada de Martín Romaña (fragmento)

"Me defendí pésimo porque solté la verdad, tanta verdad que hasta le quité gravedad a la grave sesión de aquella tarde. De sus actitudes de alerta, los camaradas pasaron a la actitud de ¿Y eso cómo se come, compa­dre? Pobre camarada Víctor Hugo (pensé en mi novela, y le pedí perdón a Víctor Hugo por andar usándole el nombre), al camara­da nos lo han engañado como a cholito, se nos va a quedar sin su amigo policía, Víctor Hugo, ¿un gigoló con cáncer?, eso todavía no se ha visto, camarada. Me trompeé contra el Grupo entero, pero debo decir, en honor a la verdad, que nadie me dio un golpe malintencionado. Por temor a Inés, claro.
El día 10 de mayo de 1967, por acuerdo tomado en reunión del Grupo (a la que no asistí), éste, por unanimidad, decidió enviar al camarada Vladimir II, ex estudiante de Medicina, a sostener larga conversación sobre este tema, a manera de sondeo y con disimulo, con Enrique Álvarez de Manzaneda. Objetivo: averiguar si en realidad el amigo de Víctor Hugo sabe algo de Medicina, ya que a todos les hace creer que sus estudios estaban a punto de concluir cuando tuvo que abandonar España, y en eso se puede estar basando ahora para engañar nuevamente a nuestro camarada.
Ni que decir que Enrique pasó unas horas de lo más divertidas. Él mismo me lo contó, en su afán de que entre nosotros todo quedara siempre contado. Se las olió desde que Vladimir II le tocó la puerta, a qué santos iba a venir a visitarlo un tipo con el cual apenas había cruzado un par de esquivas palabras. Le dio mucha risa, y además, todo era buen pretexto para matar el tiempo, mientras el tiempo... Bueno, lo cierto es que, tras haberle robado a Vladimir II, que de ex estudiante de Medicina sólo tenía un año de Medicina, que de Medicina no sabía prácticamente nada, con lo cual lo dejó como a gallito de pelea, incurrió voluntariamente en todo tipo de contradicciones, muerto de risa, con lo cual dejó al gallito de pelea convencido de que Enrique Álvarez de Manzaneda de Medicina no sabía absolutamente nada. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com