Los infortunios del Reverendo Amos Barton (fragmento), de Escenas de la vida clericalGeorge Eliot
Los infortunios del Reverendo Amos Barton (fragmento), de Escenas de la vida clerical

"La condesa tenía motivos para elegir un rincón tan apartado como Milby. Al cabo de tres años de viudedad, había decidido buscar un sucesor para su llorado Czerlaski, que había conquistado su corazón gracias a sus patillas y sus modales refinados, así como a sus peripecias románticas diez años atrás, cuando, en el esplendor de sus veinticinco abriles ella se llamaba Carolina Bridmain y era institutriz de las hijas de lady Porter, a las que el conde inició en los misterios del Pas de bosque y de la cuadrilla. Con Czerlaski había sido bastante feliz durante siete años, la había llevado a París y a Alemania y la había presentado a muchas de sus antiguas amistades, poseedoras de largos títulos y pequeñas fortunas. La bella Carolina tenía, pues, gran experiencia de la vida, sólo que de dicha experiencia no había obtenido una sabiduría profunda y amplia, sino mucho lustre exterior y ciertas conclusiones prácticas muy firmes. Una de estas conclusiones era la de que en la vida había cosas más sólidas que las patillas refinadas y que los títulos, y que si aceptaba a un segundo marido daría mucha menos importancia a aquello que a un carruaje y a una propiedad. A esas alturas, después de sucesivos intentos, ya sabía que el tipo de pez que quería pescar era difícil de encontrar en los balnearios, pues ya estaban tomados por otras bellezas pescadoras e invadidos por hombres de patillas seguramente teñidas y cuyos ingresos eran aún más dudosos.
Por eso había decidido probar suerte en un lugar en el que todo el mundo se conociera bien y donde casi todas las mujeres fueran feas y vistieran mal. El lento cerebro del señor Bridmain había hecho suya la idea de su hermana y ahora opina que una mujer tan guapa y distinguida como la condesa no tendrá problemas para conseguir un buen partido que lo convertirá a él en una celebridad en la región y hará que lo traten al menos de vuestra merced en el tribunal correspondiente. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com