Kaddish por el hijo no nacido (fragmento)Imre Kertész
Kaddish por el hijo no nacido (fragmento)

"Ocurrió precisamente el día después del cambio de situación, a partir del cual los guardianes de esclavos fueron sustituidos por libertadores, que salí tambaleando de la Saal, o sea, de la habitación del barracón-hospital donde yacía por esas fechas porque, para expresarlo con suavidad, estaba enfermo, cosa que no era normalmente motivo alguno para estar tumbado en un barracón-hospital, pero gracias a la coincidencia de ciertas circunstancias que asumieron la forma de la fortuna, un poco más sorprendente que las habituales desgracias, yo yacía en el barracón-hospital, salí, digo, de la habitación, me fui tambaleando a los llamados servicios, abrí la puerta y me disponía a seguir adelante, rumbo al lavabo o quizás antes al urinario, cuando me quedé simplemente de piedra, y a decir verdad no encuentro mejor fórmula que esta expresión barata para describirlo, porque un soldado alemán estaba junto al lavabo y, al verme entrar, volvió la cabeza hacia mí; y antes de desmayarme, mearme o hacer quién sabe qué debido al susto, observé un movimiento a través de la niebla negro-gris de mi terror, el gesto del soldado alemán que me invitaba a acercarme al lavabo y también un trapo que el soldado tenía en la mano que me hacía el gesto y vi asimismo una sonrisa, la sonrisa del soldado alemán, o sea que poco a poco me di cuenta de que el soldado alemán sólo estaba fregando el lavabo y que su sonrisa expresaba su disposición a atenderme, es decir, el hecho era que estaba fregando el lavabo para mí, o sea, que el orden mundial había cambiado, o sea, que el orden mundial no había cambiado en absoluto, o sea, que el orden mundial sólo había cambiado en tanto que ayer yo era el prisionero y hoy el prisionero era él, lo cual ya suponía un cambio considerable, y todo esto sólo puso fin a mi terror en la medida en que controló mi sentimiento inmediato convirtiéndolo en una desconfianza duradera e inamovible, dándole madurez y transformándolo en algo así como una cosmovisión, lo cual proporcionó a mi vida posterior en el Lager, pues seguí residiendo bastante tiempo allí como habitante libre, un sabor y un aroma especiales, la sensación incomparablemente dulce y cauta de la vida recuperada, la sensación de que vivía, pero que los alemanes podían volver en cualquier momento, es decir, que aun así no vivía del todo. "


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