La bailarina de Izu (fragmento)Yasunari Kawabata
La bailarina de Izu (fragmento)

"De improviso, empezó a anochecer en el mar. Brillaban a lo lejos las luces de Baños de Amishiro y Baños de Atami. Sentí frío y mi estómago, acuciado por el hambre, se rebelaba. Fue una suerte que el joven abriera su atadijo de corteza de bambú y me lo tendiera con una sonrisa. Yo lo tomé sin más, como si hubiera olvidado que le pertenecía, y me comí todo el arroz de pescado, envuelto en algas secas. Luego, me envolví en el abrigo de estudiante del joven. Me invadió un profundo bienestar al aceptar, con la mayor naturalidad, aquellas amabilidades, como también me parecía perfectamente natural que a la mañana siguiente tuviera que acompañar a la anciana hasta la estación de Ueno y comprarle su billete hasta Mito. Una dulce armonía reinaba en mi corazón.
Las luces del camarote se apagaron. Se hacía cada vez más penetrante el olor del pescado fresco que transportaba el barco y el aroma del mar. En la oscuridad, al calor de la proximidad del joven, dejé correr las lágrimas que repentinamente brotaron de mis ojos. Me parecía que toda mi cabeza se diluía en agua clara, que iba goteando lentamente dejando tras de sí la dulzura de una dicha incomparable. "



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