El mejor (fragmento) "Era una fiesta para todos y estaban resueltos a disfrutar de ella. Nadie sabía exactamente quién había suministrado la mayor parte del dinero, pero los fieles hinchas de todos los días habían contribuido con billetes de un dólar y toda clase de calderilla, a fin de comprar artículos suficientes para abastecer a unos almacenes importantes. Cuando lo hubieron descargado todo del camión, Roy posó delante de él, jugueteando con un par de cositas, por mor de los fotógrafos, aunque más tarde aconsejó a Dizzy que vendiese todo lo que pudiese a quien tuviera dinero para comprarlo. Mercy contó dos aparatos de televisión, un pequeño tractor, ciento sesenta metros de manguera de plástico, de color rosa, para jardín, una cabra, un pase vitalicio para el «Paramount», una docena de corbatas pintadas a mano con diferentes vistas del Gran Cañón, seis maletas de aluminio y un vale para setenta y cinco viajes en taxi por Filadelfia. También ciento veinte kilos de queso suizo fabricado en Nueva Jersey, un juego de morillos y tenazas de chimenea, ciento cincuenta litros de helado de pistacho, seis cajas de limones, medio cerdo congelado, un cuchillo de caza, una alfombra de piel de oso, unos zapatos para la nieve, cuatro hornillos eléctricos, el título de propiedad de un solar en Florida, doce pares de calcetines azules con iniciales, una cámara y un proyector de cine, un bote a motor «Chris-Craft» y —porque todos pensaban que el juez (que debía de estar mirando desvergonzadamente desde la ventana de la torre) era un tacaño de tomo y lomo— un cheque conformado por tres mil seiscientos dólares. Aunque el comité había tratado de evitar las contribuciones extravagantes, se deslizaron unas cuantas, entre ellas un hediondo paquete de queso «Limburger», una calavera, un montón de libros cómicos, una lata de raticida y un paquete de hojas de afeitar melladas, este último con una tarjeta en la que Otto Zipp había garrapateado: «Toma y córtate el cuello.» Pero Roy no lo tomó a mal. " epdlp.com |