El Salterio de Maguncia (fragmento)Jean Ray
El Salterio de Maguncia (fragmento)

"Y él lo aprobó con la misma indiferencia. Habíamos abandonado la bahía de Big Toe con tiempo espléndido, dejando, detrás de nosotros, que los montes de Ross se calentasen sus jorobas al sol saliente. Nos cruzamos aquel día con un barco de las Hébridas, tripulado por caras aplastadas que nosotros injuriamos copiosamente. Por la tarde, un velero, con todas las velas desplegadas, se perfiló en el horizonte. Al día siguiente el mar se enfureció. Vimos a estribor un vapor danés que, en medio del viento, luchaba contra las olas. Iba rodeado de tal cantidad de humo que no pudimos leer su nombre. Este fue el último barco que vimos. Es verdad que, al despuntar la aurora del tercer día, observamos dos humaredas hacia el Sur, pero Walker dijo que era un aviso de la marina británica, y eso fue todo. El mismo día vimos resoplar a lo lejos un orkue, y su grave contrabajo sonó hasta nosotros. Esa fue la última manifestación de vida alrededor de nuestro barco. El maestro de escuela me invitaba por las noches a tomar una copa en su camarote. Él no bebía. Ya no era el locuaz compañero de la taberna del Coeur Joyeux, pero continuaba siendo un hombre correcto y bien educado, porque nunca dejaba mi copa vacía y, mientras yo bebía, tenía la mirada fija en sus libros. Debo confesar que de estas jornadas conservo pocos recuerdos. La vida era monótona; sin embargo, la tripulación me pareció inquieta, tal vez debido a un intermedio un poco brusco que hubo una tarde. Fuimos atacados, al mismo tiempo pudiera decirse, por violentas náuseas, y Turnip gritó que habíamos sido envenenados. Le ordené severamente que se callara. Es preciso decir que ese malestar pasó pronto. Un repentino huracán nos obligó a hacer una ruda maniobra que nos hizo olvidarlo todo. La aurora se levantó sobre el octavo día de viaje. "


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