El cambarangá (fragmento)Mateo Booz
El cambarangá (fragmento)

"Sonaban guitarras y acordeones. Envuelta en olas de polvo resplandeciente, transcurría la procesión. San Baltasar titubeaba en lo alto de las andas; y los estandartes rojos se movían sobre la muchedumbre de promesantes.
Marchaba al frente una criolla, con carátula de emperatriz de carnaval, y a sus flancos unas pebetas greñudas y hoscas ostentaban en sus torsos enjutos unas alitas de crinolina.
A ratos la emperatriz, coronada por un disco de cartón dorado, danzaba con el retablo angélico, una danza titulada la polca de los reyes, mientras por el orden velaba la mayordoma, china oronda y respetable, picada de viruelas, y los alféreces, recios tipos montaraces que lucían en el pecho una banda cromática y pringosa, distintivo de su autoridad.
[...]
Sus pupilas escrutadoras se fueron habituando a la oscuridad del calabozo. Y así divisó el bulto de un hombre que lo miraba, y en ese hombre reconoció, con aterrado asombro, a Selén Heredia.
¡Era Selén Heredia! ¿A quién entonces le había sumido el facón hasta la S?
No podría culparse a Selén Heredía de felonía. En una pulpería de El Sombrerito bebió unas copas para entonar el garguero. Y, cuando quiso acordar, se agarró una borrachera que todavía le duraba. No fue adrede. A nadie le sacaba él el cuerpo para pelear. Entonces, el maestro de escuela, un muchacho de Esquina que escribía en los diarios de Santa Fe sobre costumbres de la comarca, quiso ser el cambarangá. Y mientras el ebrio dormía, se vistió con los trapos de Selén, se embetunó el rostro y marchó a caballo rumbo a Tacuarendí. "



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