Mal tiempo en el canal (fragmento)Vitorino Nemésio
Mal tiempo en el canal (fragmento)

"¡¿Y ahora?!… Mojada hasta los huesos, reducida a aquel saquito tejido que apenas le cubría el pecho y que disfrazaba la froca que le había dado un remador para que no se congelara en el fondo de la canoa… Sentada allí en una piedra de aquel pequeño fondeadero de São Jorge, entre la Ponta Ruiva y las Velas, en medio de balleneros, de peñascos y de dos grandes cachalotes extendidos como ranas boca arriba…
¿Qué sería de ella?… ¿Qué pensaría la familia?, ¿se alarmaría la ciudad (¡un escándalo!)?… ¿Habría diez… veinte binóculos dirigidos desde la parte de atrás de la calle del Mar y desde las zonas altas de Horta hacia el Canal de São Jorge…?
Y allí sentada en la piedra, con la mejilla en el puño izquierdo —síntoma de uno de sus «arrebatos»—, Margarida sentía un placer enfermizo en adivinar los gestos auspiciosos de las chismosas del «ático», todo el aflorar del vasto sistema de intrigas desde Horta hasta el Sector Nordeste de Observación Marítima… Y se sorprendía inventando: «¡Ah, niña!, ¿¡creerías
si te digo que la Bida Dulmo perdió el juicio!? ¡Imagínate que se metió en un bote, solita con los hombres, para ir tras las ballenas!…».
Esta idea llenaba de orgullo a Margarida y la divertía. Pero se daba cuenta de la oscuridad que impregnaba insidiosamente aquella poca tierra con respaldo de acantilados, reducida a un desecho de rocas rodadas y a un camino que se perdía en un pliegue de lava y lodo hacia el interior de la isla; veía los cascos de aquellas dos canoas varadas entre tanta soledad, a los hombres ya embriagados por aquellos monstruos fétidos, en que subían y bajaban por escalones cavados en la capa de grasa y en cuyos flancos temibles trazaban los futuros caminos de las chipeiras y de los mancins.
Un vago resto de día había convertido el mar en una inmensa tela de mezclilla azul, como si un gigante se hubiera puesto un overol y se preparara para dormir. "



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