Los drusos de Belgrado (fragmento)Rabee Jaber
Los drusos de Belgrado (fragmento)

"No se movió de donde estaba. «¿Nos liberarán?, ¿de verdad? ¡Lo dijo el pachá! ¡Yo mismo lo he oído!» La lengua le daba vueltas en la boca y rozaba un trozo de piel de manzana suspendido entre sus dientes. «¿Veré a Haylana y a Bárbara? ¿Caminaré por el mercado? ¿Dormiré en mi cama, en mi casa, con el cuerpo bañado, la tripa llena y vestiré un pijama limpio? ¿Me levantaré al alba al oír las gallinas en el corral detrás del muro? ¿Será eso cierto? ¿Saldré? ¿Es un sueño o es real?» Se mordió el labio hasta sangrar y lamió la sangre del sabor del hígado fresco. «¿Llegaré a mi casa y tomaré a Bárbara en mis brazos, oleré el aroma de su cuerpo?» Cerró los ojos y se llevó los puños a los párpados como si temiera que los ojos fueran a salirse de sus cuencas igual que cae del árbol una ciruela madura. Apretó hasta ver líneas blancas en el corazón de la oscuridad. Cerró los oídos a los sonidos de la celda e intentó recordar el camino del muelle hasta su casa, a primera hora de la tarde. Acostumbraba a levantar la cabeza al llegar al mercado de Al Fashkha para ver la torre de piedra de la iglesia católica de San Elías asomarse por detrás de la mezquita de Saray, la que llaman la mezquita de Assaf: esa torre, con su campana de bronce, era como una extensión de su hogar. Cuando la divisaba, atravesaba el mercado despacio, porque ya casi había llegado. Intentó recordar la hilera de estrechas tiendas ocres mientras cerraban y las caras amables que respondían a su saludo, el zapatero de cejas canas que se demoraba y prendía la lámpara colgada sentado en la puerta de su puesto, preocupado por su labor y por la debilidad de la luz. Detrás del banco de piedra de Hamada se hallaba el sastre, a quien siempre veía con un hilo que cortar entre los dientes; la fuente y la escalinata de mármol techada que precede a la judería, con las antiguas puertas verdes de madera, los maceteros de albahaca y mejorana en la bóveda, la mujer gruesa cuyo nombre desconocía y que en ese momento salía con los hombros al aire y arrojaba el agua del lavado de ropa al canal para desaparecer otra vez. "


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