Tres diálogos entre Hilas y Filonús (fragmento)George Berkeley
Tres diálogos entre Hilas y Filonús (fragmento)

"HILAS.- Continúas tomando las cosas en un sentido estrictamente lite­ral; eso no está bien, amigo Filonús.
FILONÚS.- No tengo la intención de imponer sentido alguno a tus pala­bras; estás en libertad de explicarlas como te plazca. Únicamente te pido que quieran decir algo que yo comprenda. Dime, la materia so­porta los accidentes o está bajo ellos. ¿Y cómo? ¿Cómo tus piernas sostienen tu cuerpo?
HILAS.- No, ése es el sentido literal.
FILONÚS.- Te ruego que me des a conocer el sentido, literal o no, que veas en esa expresión. ¿Cuánto tiempo tendré que esperar la respuesta, amigo Hilas?
HILAS.- Confieso que no sé qué decir. Alguna vez creí que había enten­dido bastante bien lo que significaba la materia soporte de los acciden­tes. Pero ahora, cuanto más pienso en ello menos puedo comprenderlo; en resumen, veo que no sé nada.
FILONÚS.- Parece entonces, que no tienes ninguna idea, ni positiva ni relativa, de la materia; no sabes ni lo que es en sí misma ni la relación que tiene con los accidentes.
HILAS.- Lo reconozco.
FILONÚS.- Y no obstante, afirmabas que no podías concebir cómo po­dían existir realmente las cualidades o accidentes sin concebir al mismo tiempo un soporte material de los mismos.
HILAS.- Así es.
FILONÚS.- Es decir, que cuando concibes la existencia real de cualida­des, concibes algo que no puedes concebir.
HILAS.- Admito que ha habido un error. Pero, sin embargo, me temo que haya en esto alguna falacia o algo que nos impide ver la verdad. ¡Por favor! ¿Qué opinas de esto? Se me ha ocurrido pensar que la causa de todo nuestro error está en que tratas cada cualidad en sí misma. Ahora bien, admito que cada cualidad no puede subsistir ella sola fuera de la mente. El color no puede existir sin la extensión, ni la forma sin alguna otra cualidad sensible. Pero cuando las diversas cualidades unidas o mezcladas en un conjunto forman cosas sensibles completas, no hay nada que impida suponer que dichas cosas existen fuera de la mente.
FILONÚS.- O estás bromeando, amigo Hilas, o tienes muy mala memo­ria. Sin duda que hemos examinado todas las cualidades una por una sucesivamente, pero a pesar de ello, mis argumentos, o mejor dicho tus concesiones, no pretendían probar que las cualidades secundarias no existían cada una por separado sino que no existían de ningún modo fuera de la mente. Sin duda que al tratar de la forma y del movimiento llegamos a la conclusión de que no podían existir fuera de la mente, pues era imposible, ni aun con el pensamiento, separarlos de todas las cualidades secundarias concibiéndolos como existentes por sí mismos. Pero no era ése el único argumento que utilizamos a la sazón, y, en fin (pasando por alto todo lo que se ha dicho hasta ahora y no teniéndolo en cuenta si así lo quieres), estoy dispuesto a jugarlo todo a una carta. Si tú puedes concebir que sea posible que una mezcla o combinación de cualidades o un objeto sensible cualquiera existan fuera de la mente, admitiré que es así realmente.
HILAS.- Si es así, pronto decidiremos la cuestión. No hay nada más fá­cil que concebir un árbol o una casa que existen por sí mismos, independientes de cualquier mente y sin que los perciba mente alguna. En este momento los concibo perfectamente como existentes en esta forma.
FILONÚS.- ¿Cómo dices, Hilas? ¿Puedes ver una cosa que al mismo tiempo no es vista?
HILAS.- No, sería una contradicción.
FILONÚS.- ¿No es una gran contradicción hablar de concebir una cosa que es inconcebible?
HILAS.- Sí.
FILONÚS.- El árbol o la casa de que hablas, son concebidos por ti.
HILAS.- ¿Cómo podría ser de otro modo?
FILONÚS.- Y, desde luego, lo que es concebido está en la mente.
HILAS.- No hay duda de que lo que es concebido está en la mente. "



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