Mosaico de una vida (fragmento)Claire Nicolas White
Mosaico de una vida (fragmento)

"La atmósfera de aquella casa, decorada con columnas barrocas, chimeneas y tapices renacentistas, instrumentos musicales y azulejos de Delft, con las paredes cubiertas de libros encuadernados en cuero, evocaba de inmediato recuerdos de Europa. Todos aquellos objetos desplazados parecían estar allí en su hogar, reunidos con gusto ecléctico pero certero. Yo había oído hablar del hombre que había construido la casa. Había sido un gran artista, un arquitecto llamado Stanford White, una figura destacada y popular. Hubo un escándalo acerca de una mujer y a él lo había matado de un tiro un loco celoso. Aquello también evocaba ecos de mi pasado.
En ese momento, sus numerosos nietos y nietas me recibieron calurosamente. Aparecieron por todas partes vestidos con cálidos jerséis y me condujeron hacia la chimenea, pues hacía frío en aquellas habitaciones grandes y algo desvencijadas. Pero el vínculo esencial entre mi pasado perdido y aquel lugar aparecía ahora en la forma espléndida de la viuda del artista, la abuela.
Salió por una puerta del descansillo de arriba, la puerta que daba a la llamada suite de la abuela. Llevaba un vestido de lana color vino, con los agujeros hechos por las polillas cuidadosamente zurcidos. Tenía el pelo blanco recogido en lo alto en un moño como el de mi abuela, pero ella era más alta, más majestuosa, y sus ojos alegres no tenían nada de la melancolía que acechaba en la expresión de mi Bomma. Al verla, sentí inmediatamente que aquel lugar podría convertirse en mi hogar. Sus antepasados se habían establecido allí en el siglo XVII. Los pueblos y las calles llevaban sus nombres.
–La tierra es mía hasta donde yo puedo ver –solía decir ella, deliberadamente ciega ante las viviendas que ya rodeaban su propiedad. Cuando me casé con su nieto, nos dio a mi marido y a mí una vieja granja que había en su terreno, donde he vivido durante cuarenta años. Mis dos hijos y mis dos hijas nacieron allí y una está enterrada junto a la abuela en las tierras de la familia. Yo me uniré a ella algún día, pues tal es mi destino lógico.
No hay duda que esta americanización mía tenía que ocurrir, pero fue mi padre en realidad el que la llevó a cabo. Él hizo añicos mi pasado y yo lo recompondré como él componía su arte, uniendo trozos de vidrio de colores. "



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