Viviana y Merlín (fragmento)Benjamín Jarnés
Viviana y Merlín (fragmento)

"Merlín se retuerce dentro de su disfraz. Querría lanzarse contra Viviana y apagar en aquellos labios encendidos el satánico relato. Cuantas veces invoca Viviana una forma desnuda, una escena voluptuosa, sus dedos, como sierpes rosadas, trazan líneas ardientes en el aire, llenándolo de curvas superficiales, de perversas geometrías. La escuchan todos jadeantes, como sumidos también en el horno encendido, en un aire azuzado por invisibles centellas. Viviana, por fin calla. Teme haber sacudida con demasiada violencia aquellos cuerpos. Quisiera despedirlos, corre tras de Merlín, que le lanza su primera mirada de vencido.
Viviana quisiera correr en pos del mago, pero el mago desaparece. Y el auditorio aguarda en silencio otro romance. En el silencio tan preñado de voluptuosidad, que Viviana teme de pronto sentir desgarrado su brial y mordida su carne. Teme verse ceñida súbitamente por estos brazos nervudos que tiemblan de deseo.
Y, sonriendo, se despide y huye, dejando abrasada la noche, rotos los frenos, abiertas todas las esclusas del deleite. Las entrañas del castillo arderán en el fuego diabólico encendido por Viviana, hasta el amanecer.
Y, muy temprano, Viviana sale como de costumbre a retozar por la pradera. Quiere situarse entre Merlín y el sol, porque sabe que desde su torre el hechicero saludará también al nuevo día. Viviana sube a un montículo, dejando que el viento le ciña el traje a sus delgados miembros. Desde su torre, Merlín podrá ver claramente aquella fina escultura que parece desdeñar. La verá apenas velada, porque el tejido, aquella mañana, es transparente. Ariel fue quien lo trajo, como quien trae una ráfaga. Merlín, si quiere ver el sol, tendrá que verlo a través del ágil cuerpo estremecido, hecho dorada y pura llama. "



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