Cevapcici para la gata Hermine (fragmento)Kito Lorenc
Cevapcici para la gata Hermine (fragmento)

"Se había hecho tarde. El logotipo de la caja de ahorros municipal brillaba dando luz, y la luna de Calw asomaba por la ventana, fría como el ojo del holandés Michels. Se me estaba enfriando el corazón. “Schatzhauser en el bosque de abetos verde, que por desgracia aquí también es ya penoso”, murmuré antes de coger el sueño, “yo no he nacido de pie, pero, por favor, haz que la zona de ahí abajo, ahora con tráfico tranquilo, se convierta en zona peatonal, que los reyes discotequeros de Calw salgan de los capós de los motores y entren en la vereda adecuada, y sobre todo que a la gran caja de ahorros nunca le falte la pasta para los necesitados, para puestos de formación, para puestos de trabajo, para clubes internacionales de estudiantes y de jóvenes, etc., ¡ni para las becas!”.
Me desperté demasiado pronto y de todo tipo de sueños confusos. Desde la ventana del dormitorio vi los pináculos y los montes de atrás despuntando como farallones y cumbres de islas entre el lechoso mar de niebla matutina, a través del cual llegaba hasta mí un sordo tañido de campanas como si procediera de una hundida Vineta.
¿Acaso me encontraba yo mismo en el fondo de ese mar? El reloj de pulsera ya rotaba su ojo de pez redondo, ya se sumergía el pálido armazón del radiador tras el fondo de cortinas que sobre él ondeaba ligeramente. Me parecía estar en una blanca carcasa vacía, en una gigantesca ostra hueca cuyo único habitante la había abandonado desde tiempo inmemorial y la había dejado atrás. Estaba tan lejos de esa concha y de la vida que antaño hubo en ella como un joven Hans Giebenrath podía llegar a estarlo jamás de un museo Hermann Hesse, o de un becario Hermann Hesse.
Ahora sí se había pronunciado el nombre, se había escrito. Y la niebla se había levantado, a través de la ventana casi podía asir hacia la izquierda la fachada posterior de la casa donde nació Hesse, con la que a media altura linda una gran azotea. En esa azotea, que se extendía un piso por debajo del mío, entre tomateras y girasoles, estaba una gata gorda de rayas atigradas que, cuando abrí la ventana, se quedó mirando hacia mí con grandes ojos expectantes. Más allá se veía la puerta o la ventana entreabierta una ranura, por lo tanto debió venir de la casa de Hesse, y ahora incluso saltó al parapeto de la azotea para acercarse a mí, y maulló con exigencia. Probablemente mis predecesores le lanzaban golosinas.
Eso me propuse hacer yo también y la llamé simplemente Hermine. "



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