La venganza de Virgilio (fragmento)Eloy Fariña Núñez
La venganza de Virgilio (fragmento)

"Ignorábase en virtud de qué motivos, Publio Virgilio Marón no veía con buenos ojos a Antonio, el afortunado demagogo que aprovechó la muerte de Julio César para granjearse la estimación del pueblo romano y el de la comunión de vida inimitable con Cleopatra. Murmurábase en los ámbitos forenses y capitolinos que Antonio, orador campanudo de vana pompa asiática, ponía en presencia de Augusto, sobre la cabeza de Virgilio, a quien se saludaba con el nombre de príncipe de los poetas latinos, al mediocre Batilo, el cual se apropió con cínico desparpajo dos versos suyos y de quien se decía que acicalaba su estilo con la prolijidad afeminada con que se peinaba la cabellera. Susurrábase también que el poeta mantuano fue íntimo amigo de Cayo Marcelo, el primer esposo de Octavia, y que el matrimonio de ésta con Antonio, concertado por razones de Estado, entraba por mucho en la declarada hostilidad entre el emperador y el vate. La estrecha amistad que ligaba a Virgilio con Augusto tampoco parecía ajena a esta recíproca ojeriza. Fuese de ello lo que hubiere sido, lo cierto era que el poeta no desperdiciaba coyuntura alguna que se le ofreciese para desacreditar a Antonio, tarea por lo demás fácil, pues el colega y rival de Augusto observaba un tenor de vida poco digno.
Esta animadversión subió de punto cuando Virgilio supo que Antonio había manifestado públicamente, a propósito de los cinco primeros capítulos de la «Eneida», que Homero los hubiera hecho con más elevación, claridad y elegancia. Tal afirmación significaba a las claras desconocer inspiración poética a Virgilio. Entendiolo así éste e hizo decir a Antonio que, si bien él no aspiraba al laurel de la invención del poema épico, pretendía, por lo menos, la gloria de haber logrado imitar a Homero con cierta perfección, aventajando en esto a Batilo, que antonizaba.
Desde entonces, buscó el poeta el modo y la forma de vengarse de Antonio e igualmente de Octavia, porque esta mujer de extraordinaria hermosura y de singular talento, compartía los odios y los amores de su segundo esposo, perdidamente enamorada, como se hallaba, de él, a medida que la tentadora e irresistible egipcia se lo disputaba con más ahínco con sus artes gitaniles de seducción.
Margen le dio para ello la mudanza de los sucesos que sobrevinieron luego. Instado con encarecimiento por Cleopatra, Antonio partió a Egipto, llevándose consigo a Octavia hasta Atenas, donde la dejó para correr al lado de la soberana egipcia, pretextando fútiles motivos. Octavia comprendió la verdadera causa del alejamiento de su esposo y lloró amargamente su infortunio. "



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