Los álamos de Alonso Mora (fragmento)Pedro de Lorenzo
Los álamos de Alonso Mora (fragmento)

"Lindera de la raña, La Jarilla se extiende en quebrada de jara y cancho. Y ponen su punto de verdad las palabras del ganadero: la caza huye de este país de tajos, rodales de madroño y suelo entretejido de las raíces del brezo, cubierto de una maleza de chaparra escuálida, hoja toda, hiriente que, ni para la fiera; inútil. Destella en los claros una que otra charca de aguas corrompidas, los ceniceros de algún rincón de monte, el cantizal calizo o las arenas del camino, tierra inerte. El cielo es un desierto y es implacable para la pieza y para el cazador. Las emigrantes han tomado otra ruta; es ya tiempo perdido apostarse en los viejos pasos ni en los abrevaderos; con instinto superior a la inteligencia, el pájaro ha abandonado la línea de esta devastación.
Los Álvaros han visto en el capitán un contendiente duro. Ahí su tensión, y aun gustosa, en la prueba de fuerzas de este encuentro. Don Bonifacio es hombre como de cincuenta años, aunque por los de su hijo más deba de aproximarse a los sesenta; de complexión recia, trae la talla mediana, ancho el rostro rojeante, visigodo; rayado a finos cortes el pestorejo.
La Jarilla le es propiedad, apenas para la caza y lamentaciones. El norte de los Álvaros está en poseer la tierra que se pueda: cuanto más, mejor. Lo que ningún Álvaro en su juicio pretendería es cultivar esas tierras; las aproveche el ganado, y ya valen. La tierra inculta no paga; todo, pues, ganancia. Labrar es un trabajo, un riesgo, un impuesto: es decir, un triple disparate. ¿Y quién rotura un terreno de monte sin monte, ni río, ni subsuelo?
Para don Pedro La Jarilla es una apoteosis de la raña de Los Naipes. Ha desbrozado, y piensa en el descuaje de las rozas. Sin prisa; la raña no entra en su plan de los tres naipes. Pero se basta con el sueño de esta fatiga de colonización: el mañana; transformar esa raña en finca de cultivo. Varias veces menor que La Jarilla, la raña es de calidades y características muy parecidas. No saldría a una puesta del jabalí, como en La Jarilla. De cazar, tiene posibilidades de coto menor insospechadas.
Los Álvaros en La Jarilla meten ganado hasta en el monte joven. De cuando en cuando un incendio, para más pasto. La corta, al año, de leña y carboneo por las carretadas que hagan falta. Y va la quebrada viéndose matosa del jaguarzo y la jara: la jara en primavera de flores de gran corola blanca y el toque de sanguina en cada uno de los cinco pétalos; el brezo de la flor pálida y el brezo común, rosa; escaramujo, retamares: la retama albar, la retama de bolitas amarillas, la negra retama de los escobones; madroñeras de hoja lustrosa; lentisco. El regatillo que la cantaba, se cegó. Aunque no se vea, todo es baldío; sucio, para más baldío. "



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