Alma de niña (fragmento)Manuel Podestá
Alma de niña (fragmento)

"Adela cuidaba la planta como a un niño mimado; todas las mañanas, apenas abría la puerta de su cuarto, dirigía una mirada á su jazmín, una especie de saludo á sus flores albas y fragantes; luego, se acercaba, aspiraba su perfume suave, mezclándolo con su aliento, y acariciaba sus hojas de verde sombrío, brillantes, lustrosas, acanaladas y húmedas por el rocío de la noche.
Examinaba con prolijidad el pequeño arbusto, para darse cuenta de sus progresos, y cuando encontraba una nueva hoja, una pequeña rama, con sus hojitas de verde más claro, experimentaba una alegría inmensa, algo como el transporte de una madre que ve asomar un nuevo dientecito de su pequeño hijo.
Crecía su planta como el cariño que sentía por Emilio.
En verano, cuando los rayos del sol hacían languidecer sus hojas y teñían de amarillo los pétalos de las flores, Adela se apresuraba á formar un toldo para protegerlas, pero con tal esmero y con tanta coquetería infantil, que el atavío de la planta le hacía sonreír. Era una verdadera toilette de todas las mañanas, que le valía no pocas burlas de sus amigas, y especialmente de su vieja tía, al lado de la cual vivía.
En invierno la paseaba por todo el patio, buscando el calor y la luz, como á uno de esos enfermitos pobres y tullidos, que son arrastrados en cajones con ruedas, buscando en el ambiente tibio un tónico para sus carnes macilentas. "



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