Alessandra (fragmento) "Un miedo terrible se adueñó de mi ánimo en cuanto me apercibí del regreso de Alessandra. No podía permitir que claudicara, que su espíritu se abismara. Le hice la promesa, con enconada elocuencia, de que sus cenizas serían depositadas en una urna, de que el aire marino del Céfiro y las refulgencias diurnas y nocturnas dulcificarían su alma. [...] Irás en pos de la llanura de Hermes, donde hallarás diversos olivos de monstruosos troncos. Piensa en los grandes vientos que surcan raudos la isla, más altos incluso que el profeta Elías. [...] Alessandra se debatía en medio de agonizantes y transidos estertores, cada vez más lentos. Sentí por un momento que su mano trataba de escabullirse de la mía, arrastrada quizás por la corriente de un estruendoso fragor. " epdlp.com |