El doctor inverosímil (fragmento)Ramón Gómez de la Serna
El doctor inverosímil (fragmento)

"Mi termómetro es un termómetro falso que no puede señalar más que treinta y siete y cuatro, porque hasta ahí tiene camino el mercurio, y en el resto el cristal es sólido y no deja pasar a la plateada sierpe.
Para mis enfermos también tengo termómetros de esa clase que sustituyo en lugar de los suyos.
No hay nada más nocivo que un termómetro, pero que menos se le pueda quitar al enfermo. Sólo se le puede sustituir. Yo he intentado a veces despojarles del termómetro, rompérselo, tirárselo, y no ha sido posible; siempre ha vuelto el termómetro clandestino con sus brillos de barrita de hielo.
El termómetro, con sus borrosidades en que se pierde la línea del mercurio como en los limbos de la nada entre los limbos del cristal, es aciago, como si fuese una espina que se tragase el enfermo y que se le clavase en el alma.
Contiene el termómetro una inyección de fatalidad irreparable, que se vuelve más irreparable aún después de inyectarse. Ese mercurio inquieto de los termómetros penetra en la vida y pone su columna de frío, que como un fenómeno reflejo o como se quiera se inmiscuye en la columna vertebral.
Se mueve, circula en el torrente circulatorio el termómetro entero, y con sus números, con sus brillos de fría locura, con su metro de la vida, medida exacta, breve —tan breve que parece mentira—, que separa lo que va de la vida a la muerte. "



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