Las torres de Trebisonda (fragmento)Rose Macaulay
Las torres de Trebisonda (fragmento)

"El camino a Rize era muy hermoso, con el mar a la derecha, verde y tibio y lleno de botes de pescadores y de barcazas, y la costa montañosa descendiendo abruptamente a la izquierda, plagada de bosques y barrancos (que debían de haber sido ríos, pero ahora estaban en su mayoría secos) extendiéndose hasta la playa, y jardines de té y plantaciones tabacaleras que olían a té y a tabaco, y rosas y adelfas que olían dulcemente a flores y a miel de los bosques. Avanzamos sin prisa, a veces al paso, a tres o cuatro millas por hora, y a veces trotando a cuarenta. Yo iba muy cómoda allí arriba y pensé que, al regresar a Inglaterra, cabalgaría en el camello más a menudo. Y también pensé que si iba a seguir el consejo de la tía Dot de viajar hacia el sur, a Líbano y Siria y Jordania, lo haría en el camello, ya que me saldría mucho más barato que si fuera en coche, pues los camellos gastan mucho menos en comida y bebida, y prácticamente no necesitan reparaciones. Así que imaginé que una nueva vida (más barata y más viajera) se abría ante mí, y que cuando la tía Dot volviera y quisiera recuperar su camello, yo me haría con otro, que sería también árabe y blanco, y viajaríamos juntas por todo Oriente. Pues no cabe duda de que un jinete es suficiente para un camello, y que, cuando van dos, el de atrás no va muy cómodo. Pensé que la tía Dot estaría muy contenta cuando le contara que pensaba hacerme con otro camello. Seguí pensando en las cosas que le diría; lo único en lo que no pensé fue en que tal vez no le diría nada en absoluto, o al menos no por mucho tiempo, de modo que fui guardando en mi mente todas las cosas que tenía pensado contarle. "


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