La mujer fría (fragmento)Carmen de Burgos
La mujer fría (fragmento)

"Aquellas manos estaban heladas, yertas; no era la frialdad del mármol ni de la nieve, era la frialdad de la carne helada, la frialdad de la muerte.
Ella quiso esquivarlo, pero él la enlazó por el talle y la apretó entre sus brazos. Parecía vencida, dejaba caer la cabeza sobre su hombro, los cabellos ceniza cosquilleaban la mejilla de Fernando, semejantes a una lluvia de copos de nieve que le daban una sensación agradable. Besó el rostro helado, iluminado por la luz fría de los ojos de esmeralda y la luz de la luna, que lo hacía un poco cárdeno, poniendo manchas violáceas en las sombras de las facciones. La besaba loco, apasionado, como si quisiera darle calor y vida con sus besos, mientras que sus manos corrían apreciando febriles las magníficas curvas del busto de estatua.
Los ojos se habían entornado, elevando hacia arriba la pupila, que brillaban como un hilo de luz encendida a través de la pequeña abertura: luz de su alma. Bebía él con sus labios aquella luz fría, rostro con rostro, sin lograr darle calor. No sentía el aliento de Blanca. Era como si no respirase… Decidido a consumarse en la pasión, unió sus labios a los suyos… Sus brazos se abrieron, se apartó de ella, que cayó desfallecida en el banco, y se apoyó en el tronco de un eucalipto para enjugar el sudor que corría por su rostro.
En aquel beso de amor había percibido claramente el vaho frío y pestilente de un cadáver.
Cuando se recobró, quiso disimular su impresión. Al mirarla tan bella, tan blanca, abandonada como en éxtasis, sin haber pronunciado una palabra ni hecho un movimiento, se arrepentía de aquel arranque, hijo de una impresión falsa, seguramente. Era preciso hacerle creer en su caballerosidad, ya que, contagiado de frío, no podía volver a encontrar los ardores de su pasión. "



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