La duquesa ciervo (fragmento)Andrés Ibáñez
La duquesa ciervo (fragmento)

"La Escalera de los Gigantes fue construida cientos o quizá miles de años atrás por los remotos habitantes de aquellas tierras, y consiste en una interminable sucesión de rampas excavadas en la pared de la montaña que permiten, en una ascensión continua que dura un día entero, alcanzar el elevado valle de Aani, que parte en dos los Droven y separa los Droven del Norte de los Droven del Sur. Tiempo atrás llegó a ser uno de los lugares más transitados del mundo, ya que era el único paso que unía oriente con occidente, el mar junto con Volsungaland. Las caravanas, los ejércitos, los rebaños, ascendían lentamente, rampa tras rampa, desde la costa de Salmantia hasta el elevado valle de Aani y luego se adentraban en la floresta de Nemi Dar, que cruzaban por la senda señalada por los Elven, para alcanzar el país volsungo y también la ruta del este que les llevaría hasta el imperio Kazarí, el mar de Galasía, Milenrama y todo el confín del mundo.
Pero el paso por los territorios Elven que comienzan más allá del valle de Aani se hizo cada vez más difícil. Ejércitos completos desaparecían; los rebaños morían; los viajeros se perdían en las vueltas y revueltas de la titánica floresta, y poco a poco la ruta quedó abandonada. Se decía que los ogros y los cíclopes de Cwlfaar habían invadido los antiguos territorios Elven, que los Señores Elven habían entrado en el Sueño. Cuando nos acercamos a la Escalera de los Gigantes, la encontramos desierta, y al ascender por sus rampas, peligrosamente descuidada. Los años de incuria habían convertido aquella maravilla de la ingeniería humana en un paso peligroso. La nieve y la lluvia, las plantas y los animales, habían comenzado su lenta, tenaz labor de destrucción. En uno de los túneles fuimos atacados por una familia de osos que habían hecho allí su guarida y tuvimos que flechar a la osa hasta matarla, dado que estaba aterrorizando a los caballos. Las columnas de triple fuste cedían, las raíces de los árboles rompían los puentes de piedra, los corrimientos de tierra dislocaban los arcos que sostenían la calzada, las avalanchas de la primavera destruían y arrancaban tramos enteros del camino dejando sólo una estrecha cornisa por la que debíamos avanzar en fila de a uno, esforzándonos por no mirar al abismo. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com