Una mujer desnuda (fragmento) "Por el momento el mar estaba tranquilo. Los remos cortaban el agua y la barca la abría como una cuchara de madera el yogur. El sol ardía. Ya debía de estar a una milla y media mar adentro. Sobre el banco de sargos. Lo sabía. Antes de empezar, me quité mi short, me sumergí, para refrescarme, dejándome después arrastrar por mi peso, di la vuelta a la barca dos veces, después salté al interior. El ardor de mi piel se atenuó. Volví a remar. Quería tomar el banco por el extremo, allí donde empezaba a formarse, después subir bajo el viento cosquilleando con el sedal por toda su espina dorsal. Saqué los sedales, los monté, preparé los anzuelos salados. Se me ocurrió la idea de consolidar las dos cuñas de la escota en la popa y me serví de la barra del timón para golpear. Al echar una mirada alrededor, me deslumbró el abrazo de las olas brillantes bajo los rayos ardientes del sol. En aquel deslumbramiento, vi una huella negra, como una mancha en el agua. Creí que era un juego de luz. Sin embargo, la mancha estaba allí y no tenía nada de juego. Se movía. Oí un murmullo. Ángela nadaba a unas cincuenta brazas de mi barca, con la cabeza vuelta, como si intentara descubrir algo sobre las olas. Debía de haber visto mi embarcación. Era seguro. Sin embargo, no volvió la cabeza, seguía buscando, extendiendo los brazos, nadando lentamente, desplazándose en una línea determinada, para no perder de vista un punto en el que estaba fija toda su atención. Yo la llamé a grandes gritos. Ella me volvió la espalda y se alejó. Yo gritaba para prevenirla contra el huracán, ya que estaba a más de milla y media de la costa. La invité a que se uniera mí. A subir a mi barca. De pronto volvió la cabeza hacia mí, chapoteó y gritó con voz ronca que la tempestad no podía nada contra ella, que no tenía miedo, que no me preocupase. Se alejó lentamente, con la misma cadencia, intentando trazar un amplio círculo alrededor del lugar que ella había descubierto. Yo intenté acercarme remando. " epdlp.com |