La luz que se apaga (fragmento)Rudyard Kipling
La luz que se apaga (fragmento)

"Era verdad: el mar no había cambiado. La bajamar dejaba al aire los bancos de arena, y la boya de campana de Marazion se columpiaba y resonaba con el flujo de la marea. Sobre la blanda y arenosa playa, secos tallos de amapola marina temblaban y charlaban.
[...]
Dick dirigió al destino una plegaria entrecortada. Luego arrojó al río la monedita de plata. Si tenía que suceder algo malo, que fuese él solo quien soportase la carga y que Maisie quedase libre. La piececilla de tres peniques era para él el más precioso de sus tesoros. Era, en sí misma, una moneda insignificante, pero se la había dado Maisie, y ahora el Támesis la tenía en su poder. Y esta vez era seguro que el destino había sido sobornado.
Cuando la monedita desapareció en el agua, Dick pareció librarse momentáneamente del recuerdo de Maisie. Abandonó el puente de mala gana y fue silbando hasta su casa, con verdaderos deseos de hablar con hombres y fumar tabaco, tras aquel día dedicado a una mujer. Pero en su corazón brotó un deseo aún más vehemente cuando, sin querer, se imaginó el cuadro del Barralong navegando libremente hacia la Cruz del Sur.
[...]
Dick volvió con un gran álbum de dibujos con broche de metal, que el Nilghai conocía bien, pero que no era muy de su agrado. En él, Dick había dibujado en sus ratos libres toda clase de emociones, experimentadas por él mismo o a través de los demás en cualquier rincón del mundo. Pero la amplia extensión de la vida y del corpachón del Nilghai le atraían más que otras cosas. Cuando lo real fallaba, recurría a su loca fantasía e interpretaba las aventuras inverosímiles del Nilghai: sus bodas con varias princesas africanas; su vergonzosa traición, por mujeres árabes, de cuerpos de ejército en favor del Mahdi; su tatuaje por hábiles operadores en Birmania; sus interviús (y sus miedos) con el amarillo verdugo en el ensangrentado patíbulo de Cantón, y, finalmente, la transmigración de su espíritu a los cuerpos de ballenas, elefantes y tucanes. Torpenhow había agregado de vez en vez comentarios rimados, y el conjunto del libro era una curiosísima obra de arte, porque Dick decidió, teniendo en cuenta el título del libro, que significaba «Desnuda», que hubiese sido un grave error dibujar al Nilghai, fueren las que fuesen las circunstancias, con una sola prenda de ropa encima. Por tanto, el último croquis, que representaba al paciente Nilghai visitando la Secretaría de Guerra para apoyar su petición de la Medalla de Egipto, no era ningún dechado de delicadeza. Se instaló cómodamente en la mesa de Torpenhow y comenzó a pasar las páginas del álbum. "



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